Eduar Bedoya
Posada.
El profundo sentido
por el deber de John Maynard Keynes
heredado por sus padres basado en el bien común, hacen de este un hombre que no podía desentenderse de las
crisis y problemas que hacían colapsar a
una sociedad determinada. De esta manera, endógeniza un punto de vista hacia la política bastante
arcaico, en donde concibe una clase
gobernante que actuara desinteresadamente en pro del bienestar de una sociedad
sin abusar del poder que esta otorga, basado
en políticas proteccionistas y de un estado
benefactor que garantice una calidad de vida óptima para la totalidad de
los habitantes de un país. Por tal
razón, apelaba con gran convicción en
las ciencias sociales para resolver los
problemas de la humanidad más inmediatos. Son precisamente estos ideales y valores que desde mi punto de vista, convierten en una
quimera la teoría general de Keynes para nuestra sociedad colombiana por la
existencia de una ética hedonista, utilitarista y corrupta que trasgrede de forma tajante los
principios éticos bajo los cuales actuaba Keynes.
Ahora bien, la corrupción
es un flageló que se puede situar en los albores de la civilización con las
primeras organización sociales, políticas y económicas, que se acrecienta con
la propiedad privada conllevando a
nuevas actitudes y conductas enfatizadas en la acumulación de riquezas. Dichas
aspiración, da pie al homo economicus que rompe con la exigencia ética fundamental
para el logro del bien común: la honestidad. Dando paso a un egoísmo exacerbado
cuya prioridad son las conveniencias económicas y políticas sin importar los
derechos de la colectividad. Se convierte en una
interdependencia estratégica si lo vemos desde la teoría de juegos en
donde las acciones que realizan los individuos como sus resultados en una búsqueda incesante de una maximización
infinita de beneficios ya está determinadas por superestructuras hegemónicas.
De esta manera, las decisiones sobre el reparto del
poder y de la riqueza han sido influidas a través de la historia no por
una competencia equitativa, no por un anhelo de bienestar general, sino por una
forma de vida en que los intereses particulares están por encima del desarrollo y la
prosperidad general.
De lo anterior, en
contraste con nuestra sociedad, la
corrupción pasa de ser una mera definición etimológica, a ser parte intrínseca
de cada colombiano, como una cualidad, como una actitud que abarca a la
totalidad por la permeabilidad que dicho
verdugo ha hecho a lo largo de la historia, que instaura una nueva cultura que vamos heredando
a través del tiempo con mayor sagacidad
y viveza. Es claro entonces, que la corrupción socaba ferozmente la estabilidad
de nuestro país por la cohibición y falta de oportunidades para participar,
controlar e influir en la toma de decisiones más trascendentales. Ejemplo de
ello, se evidencia en la violación de los derechos humanos y una calidad de vida paupérrima para la gran
mayoría de nuestros semejantes.
Así pues, concibo la teoría keynesiana como una
idealización fantasiosa para nuestro contexto. En primer lugar, porque de
alguna manera no toma en cuenta a profundidad los hechos sociales, culturales, antropológicos,
subjetividades éticas y la
expansión demográfica como variables
importantes para una efectiva intervención
del estado en una economía. En segundo lugar, porque vulnera la metamorfosis
constante del capitalismo que haya en la corrupción, uno de los mecanismos más idóneos
para la homogeneidad de conciencias y la impartición de una nueva cultura hacia
el individualismo y la apatía frente al entorno. En tercer lugar y más importante, porque ve la política desde un punto de vista
muy teórico, muy idealista y poco
realista para nuestro escenario. Keynes en reciprocidad con Hegel, diría: “los
pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, pero cuando vamos a lo factico de
nuestro país, es la clase dirigente quien toma posesión o moldean una masa amorfa a través de la retórica e ideales que hacen ver los intereses particulares de un grupo o de una
persona como universales y válidos para
todos. Considero este tercer aspecto como la barrera más significativa e importante que impide la materialización del
modelo keynesiano en nuestra sociedad ya
que si entramos en materia del poder político en nuestro país, observamos como el partido conservador como elite hegemónica
ha sido propio de las dinámicas políticas, económicas y sociales de nuestro
contexto. estableciendo una ideología
basada en la dominación y exclusión que en semejanza a las palabras de Max
Weber en cuanto a definición de estado
se refiere, se crea un estado colombiano
en el que unos cuantos individuos dominan y manipulan a la gran mayoría a
través de la violencia y una retórica simuladora de la realidad, conllevando
a un
monopolio ideológico nefasto para el pueblo colombiano hasta el punto de
lograr un homogeneidad de conciencias sin la oportunidad de ser críticos de su
propia existencia.
En ese orden de ideas, el
discurso conservador y el discurso desarrollistas guardan cierta correlación en
sus intereses más inmediatos: un interés por educar y fomentar sus ideales, un
fusionamiento político y económico estratégico, el establecimiento de normas y leyes que definan y determinen lo
que se puede o no se puede hacer, alianzas internacionales e institucionales,
entre otras. Bajo un interés acérrimo de ver en la política el instrumento
facilitador para concretar el poder y control de masas y de territorios,
sometiendo a la población a sus dictámenes sin la posibilidad de un nuevo statu
quo, por un afán infinito de lucro,
monopolización y crecimiento económico acelerado bajo una perspectiva neoliberal y expansionista en donde las personas pasan a un segundo o
quizás tercer plano, vistas como un
numero o simplemente como una mercancía más.
En
síntesis, la corrupción es un tema generalizado y creciente no solo en nuestro
país, sino a nivel global por la pérdida
de valores gracias al choque de éticas.
Antes una ética bajo la moral cristiana, ahora, esta es considerada como lo
plantea Marx, “el opio del pueblo”. Así pues, muchas personas fundamentan sus
acciones en diferentes éticas donde lo
moral se pierde y entra en juego la subjetividad de cada individuo pero
guardando la misma línea temática de un individualismo a gran escala. Por
consiguiente, aunque existan modelos económicos, teorías y planificaciones
económicas bien estructuradas que permitan solventar o salir de una crisis coyuntural, de nada
sirve si las políticas o las formas de gobierno rechazan de manera rotunda
Totalmente de acuerdo con tu escrito. Tal vez para ampliar un poco, diría que las condiciones sociales, económicas y culturales actuales son resultado de distintos procesos históricos que han llevado precisamente a construir nuevos imaginarios. ¿Digo esto para qué? para dar a entender que si tratamos de analizar las cuestiones fundamentales que hoy por hoy nos perjudican, hay que también echarle una ojeada a las condiciones y situaciones que hicieron que llegáramos hasta este lugar. Sabemos que a lo largo del tiempo han existido distintas maneras de abordar un problema, y esta premisa la entendemos aún mejor cuando hablamos del ámbito económico, pues cuando se da inicio a un estudio rigurosos sobre la historia de la economía podemos darnos cuenta que existen muchos enfoques y teorías que han dado cuenta de manera oportuna, y otras no tanto, a los problemas que acarrean las sociedades en cuanto a su ambiente económico nos referimos. Con todo esto quiero plasmar, dar cuenta y tal vez añadir a tu reflexión que el capitalismo, los problemas estructurales que tenemos, los bajos índices de desarrollo que sufren principalmente los países tercermundistas y demás condiciones desfavorables, son productos históricos elaborados muchas veces para beneficios de unos pocos. Nos podemos dar cuenta de esto tan solo revisando nuestro sistema político, la hegemonía de ciertas familias se conserva a lo largo del tiempo. Básicamente quiero decir que sí, que por supuesto que nos acarrean problemas de distintas índoles, como ya muy bien las mencionas pero más que ello y de poder decir o tratar de persuadir al lector para que piense que la vaina está "jodida" es y tiene que ir poco más allá y plantear de manera oportuna posibles soluciones con un potencial de aplicabilidad alto para que así tarde que temprano podamos generar un cambio social que sea sostenible en el tiempo. No es tanto decir que ya no hay posibilidades y que siempre se está subyugado a estar detrás de otro, no es decir que para cambiar habría que hacer una total transformación de todo, ¡NO!, es, más bien, dejar la inquietud para que se pueda entender de otras maneras los problemas y plantear alternativas viables para salir de ellos. No es tanto decir que ya nada podemos hacer, debería de ser, más bien, con todo aquello que ya sabemos y conocemos, ¿qué podemos hacer?
ResponderBorrarMi comentario más que refutar tus ideas es apoyarlas, quiero es manifestar mi punto de vista diciendo que hizo falta algo más que decir, que es muy complicado salir del problema que nos atañe en estos momentos, pero que no por eso debamos quedarnos de brazos cruzados. Nadie desconoce la dificultad que hacer el cambio implica pero si no nos damos el lujo de pensar en algo distinto e intentar hacerlo, ¿quién lo hará por nosotros? El cambio está en nuestras manos, no hay que esperar de manera pasiva a que alguien más lo lidere... ¿por qué no ser nosotros? Gracias.