martes, 23 de agosto de 2016

La Utopía keynesiana en el contexto colombiano.


Eduar Bedoya Posada.

El profundo sentido por  el deber de John Maynard Keynes heredado por sus padres basado en el bien común, hacen de este  un hombre que no podía desentenderse de las crisis y  problemas que hacían colapsar a una sociedad determinada. De esta manera, endógeniza   un punto de vista hacia la política bastante arcaico, en donde  concibe una clase gobernante que actuara desinteresadamente en pro del bienestar de una sociedad sin abusar del poder que esta otorga,  basado en políticas proteccionistas  y  de un estado  benefactor que garantice una calidad de vida óptima para la totalidad de los habitantes de un país.  Por tal razón, apelaba con gran convicción  en las  ciencias sociales para resolver los problemas de la humanidad más inmediatos. Son precisamente estos ideales y  valores  que desde mi punto de vista, convierten en una quimera la teoría general de Keynes para nuestra sociedad colombiana por la existencia de una ética hedonista, utilitarista  y corrupta que trasgrede de forma tajante   los principios éticos bajo los cuales actuaba Keynes.
Ahora bien, la corrupción es un flageló que se puede situar en los albores de la civilización con las primeras organización sociales, políticas y económicas, que se acrecienta con la propiedad privada  conllevando a nuevas actitudes y conductas enfatizadas en la acumulación de riquezas. Dichas aspiración, da pie al homo economicus que rompe con la exigencia ética fundamental para el logro del bien común: la honestidad. Dando paso a un egoísmo exacerbado cuya prioridad son las conveniencias económicas y políticas sin importar los derechos de la colectividad. Se convierte en una interdependencia estratégica si lo vemos desde la teoría de juegos en donde las acciones que realizan los individuos como sus resultados  en una  búsqueda incesante de una maximización infinita de beneficios ya está determinadas por superestructuras hegemónicas. De esta manera, las decisiones sobre el reparto del poder y de la riqueza han sido influidas  a través de la historia no por una competencia equitativa, no por un anhelo de bienestar general, sino por una forma de vida en que los intereses particulares  están por encima del desarrollo y la prosperidad general.
De lo anterior, en contraste con nuestra sociedad,  la corrupción pasa de ser una mera definición etimológica, a ser parte intrínseca de cada colombiano, como una cualidad, como una actitud que abarca a la totalidad  por la permeabilidad que dicho verdugo ha hecho a lo largo de la historia, que  instaura una nueva cultura que vamos heredando a través del tiempo  con mayor sagacidad y viveza. Es claro entonces, que la corrupción socaba ferozmente la estabilidad de nuestro país por la cohibición y falta de oportunidades para participar, controlar e influir en la toma de decisiones más trascendentales. Ejemplo de ello, se evidencia en la violación de los derechos humanos y una  calidad de vida paupérrima para la gran mayoría de nuestros semejantes.
Así pues,  concibo la teoría keynesiana como una idealización fantasiosa para nuestro contexto. En primer lugar, porque de alguna manera no toma en cuenta a profundidad los hechos sociales, culturales, antropológicos, subjetividades éticas y  la expansión  demográfica como variables importantes para una efectiva  intervención del estado en una economía. En segundo lugar, porque vulnera la metamorfosis constante del capitalismo que haya en la corrupción, uno de los mecanismos más idóneos para la homogeneidad de conciencias y la impartición de una nueva cultura hacia el individualismo y la apatía frente al entorno.  En tercer lugar y más importante,  porque ve la política desde un punto de vista muy teórico, muy idealista y  poco realista para nuestro escenario. Keynes en reciprocidad con Hegel, diría: “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, pero cuando vamos a lo factico de nuestro país, es la clase dirigente quien toma posesión  o moldean una masa amorfa a través de la  retórica e ideales que  hacen ver  los  intereses particulares de un grupo o de una persona  como universales y válidos para todos. Considero este tercer aspecto como la barrera más significativa e  importante que impide la materialización del modelo keynesiano  en nuestra sociedad ya que si entramos en materia del poder político en nuestro país, observamos  como el partido conservador como elite hegemónica ha sido propio de las dinámicas políticas, económicas y sociales de nuestro contexto.  estableciendo una ideología basada en la dominación y exclusión que en semejanza a las palabras de Max Weber en cuanto a  definición de estado se refiere, se crea  un estado colombiano en el que unos cuantos individuos dominan y manipulan a la gran mayoría a través de la violencia y una retórica simuladora de la realidad, conllevando a  un  monopolio ideológico nefasto para el pueblo colombiano hasta el punto de lograr un homogeneidad de conciencias sin la oportunidad de ser críticos de su propia existencia.
En ese orden de ideas, el discurso conservador y el discurso desarrollistas guardan cierta correlación en sus intereses más inmediatos: un interés por educar y fomentar sus ideales, un fusionamiento político y económico estratégico, el establecimiento de  normas y leyes que definan y determinen lo que se puede o no se puede hacer, alianzas internacionales e institucionales, entre otras. Bajo un interés acérrimo de ver en la política el instrumento facilitador para concretar el poder y control de masas y de territorios, sometiendo a la población a sus dictámenes sin la posibilidad de un nuevo statu quo,  por un afán infinito de lucro, monopolización y crecimiento económico acelerado bajo una perspectiva  neoliberal y expansionista  en donde las personas pasan a un segundo o quizás tercer plano,  vistas como un numero o simplemente como una mercancía más.
  En síntesis, la corrupción es un tema generalizado y creciente no solo en nuestro país, sino a nivel global  por la pérdida de valores  gracias al choque de éticas. Antes una ética bajo la moral cristiana, ahora, esta es considerada como lo plantea Marx, “el opio del pueblo”. Así pues, muchas personas fundamentan sus acciones en diferentes éticas  donde lo moral se pierde y entra en juego la subjetividad de cada individuo pero guardando la misma línea temática de un individualismo a gran escala. Por consiguiente, aunque existan modelos económicos, teorías y planificaciones económicas bien estructuradas que permitan solventar  o salir de una crisis coyuntural, de nada sirve si las políticas o las formas de gobierno rechazan de manera rotunda   

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con tu escrito. Tal vez para ampliar un poco, diría que las condiciones sociales, económicas y culturales actuales son resultado de distintos procesos históricos que han llevado precisamente a construir nuevos imaginarios. ¿Digo esto para qué? para dar a entender que si tratamos de analizar las cuestiones fundamentales que hoy por hoy nos perjudican, hay que también echarle una ojeada a las condiciones y situaciones que hicieron que llegáramos hasta este lugar. Sabemos que a lo largo del tiempo han existido distintas maneras de abordar un problema, y esta premisa la entendemos aún mejor cuando hablamos del ámbito económico, pues cuando se da inicio a un estudio rigurosos sobre la historia de la economía podemos darnos cuenta que existen muchos enfoques y teorías que han dado cuenta de manera oportuna, y otras no tanto, a los problemas que acarrean las sociedades en cuanto a su ambiente económico nos referimos. Con todo esto quiero plasmar, dar cuenta y tal vez añadir a tu reflexión que el capitalismo, los problemas estructurales que tenemos, los bajos índices de desarrollo que sufren principalmente los países tercermundistas y demás condiciones desfavorables, son productos históricos elaborados muchas veces para beneficios de unos pocos. Nos podemos dar cuenta de esto tan solo revisando nuestro sistema político, la hegemonía de ciertas familias se conserva a lo largo del tiempo. Básicamente quiero decir que sí, que por supuesto que nos acarrean problemas de distintas índoles, como ya muy bien las mencionas pero más que ello y de poder decir o tratar de persuadir al lector para que piense que la vaina está "jodida" es y tiene que ir poco más allá y plantear de manera oportuna posibles soluciones con un potencial de aplicabilidad alto para que así tarde que temprano podamos generar un cambio social que sea sostenible en el tiempo. No es tanto decir que ya no hay posibilidades y que siempre se está subyugado a estar detrás de otro, no es decir que para cambiar habría que hacer una total transformación de todo, ¡NO!, es, más bien, dejar la inquietud para que se pueda entender de otras maneras los problemas y plantear alternativas viables para salir de ellos. No es tanto decir que ya nada podemos hacer, debería de ser, más bien, con todo aquello que ya sabemos y conocemos, ¿qué podemos hacer?
    Mi comentario más que refutar tus ideas es apoyarlas, quiero es manifestar mi punto de vista diciendo que hizo falta algo más que decir, que es muy complicado salir del problema que nos atañe en estos momentos, pero que no por eso debamos quedarnos de brazos cruzados. Nadie desconoce la dificultad que hacer el cambio implica pero si no nos damos el lujo de pensar en algo distinto e intentar hacerlo, ¿quién lo hará por nosotros? El cambio está en nuestras manos, no hay que esperar de manera pasiva a que alguien más lo lidere... ¿por qué no ser nosotros? Gracias.

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