~Yéssica
Alexandra Lucero Acero~
“La preocupación
por el empleo se ubica entre los diez primeros puestos del ranking de los problemas
que afectan la calidad de vida.” (Investigación del BID, tomado de la revista
Dinero)
Cristina, 48 años.
-Creería que esto de estar buscando de un
lado a otro empleo y que no te contraten o lo que es peor que no encuentre lugares
donde me oferten uno es una faena. Quizás el problema soy yo y mi poca
educación, pues mi madre solo me pudo dar los estudios de primaria ya que
éramos 7 en casa, si había para uno no había para los otros 6.
Juan, 25 años.
-Y bien aquí me encuentro, sentado en una acera, ya ha
pasado casi un año de lo que conseguí mi cartón universitario y heme aquí sin
poder trabajar, sin poder llevar a cabo todo mi aprendizaje de estos últimos 5
años. Si bien a las entrevistas donde he ido me han dicho que por mi poca
experiencia laboral rechazan mi hoja de vida y otros como el de ahora que ya no
me reciben porque la cantidad de candidatos para el puesto está completa.
Martin, 35 años.
-Dirán que yo me la gano fácil, ya que no cumplo con
horario alguno, que haciendo cualquier cosa en los semáforos o que vendiendo
cualquier cosa artesanal tengo asegurado algún peso para vivir, pues la verdad
hay días en los que me va muy bien, pero hay otros en los que no. Que sí, esto
de ser uno mismo el jefe es muy bueno, pero si supiese que con mis estudios y
experiencia laboral me van a emplear en algo mejor os aseguro que me emplearía.
Azucena, 28 años.
-Hasta donde será verdad que esto de cuidar a los
hijos no es una trabajo, bueno, para mi suerte o mi desdicha encontré un marido
que trabaja y es muy responsable siendo mi tarea, encargada por él, la de
cuidar a mis dos pequeños ya que dice que si él trae las cosas para la casa y
responde por todo yo que tengo que ir hacer a la calle o dando mala vida a mis
hijos en guarderías o con niñeras para finalmente ganar un sueldo mínimo.
Lo anterior no es
que sea demasiada ficción, son cosas que pueden estar sucediendo perfectamente
en donde vivo, en donde tú vives, en donde pasamos las últimas vacaciones…, no
son para nada ideas descabezadas. Pero cómo dar estructura a esto o cómo
moldear estos sucesos, cómo entender el hecho de que hay personas como
Cristina, Juan, Martin y Azucena, pues bien desde la teoría neoclásica que
serían ideas clásicas pero más sofisticadas y desde el punto de vista de J.M.
Keynes analizaremos lo que ocurre, y digo de estas dos posturas ya que los
clásicos han impuesto su forma de análisis en la teoría económica, pero fue
Keynes que salido de la misma escuela reconoce errores de esta y es capaz que
al modo de los economistas neoclásicos contraponer las ideas y dar otro viraje
a asuntos tan importantes como es el caso de la ocupación.
Remarcando lo
anterior el tema de la ocupación en los clásicos es algo que no se estudió muy
en profundidad y a lo que Keynes le da una relevancia tan grande que escribirá
su obra “Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero” (1936) dirigida a sus colegas economistas. En su
obra Keynes menciona a un grande de la teoría neoclásica Arthur Cecil Pigou o a
como Keynes se refiere el profesor
Pigou, el cual hizo un estudio de cómo funcionaba para ellos la ocupación,
dilucidando sobre la “Tasa desempleo natural” (parte del desempleo friccional que está estrechamente relacionada con
los niveles de empleo y de producción de pleno empleo, y surge inevitablemente
como consecuencia de las fricciones del mercado de trabajo cuando dicho mercado
está en equilibrio) ya que la tradición neoclásica mantiene el principio
fundamental de que toda la economía se encuentra en perfecto equilibrio y un
ejemplo de ello es La ley de Say donde toda oferta crea su propia demanda, por
lo tanto no cabe en la cabeza de ningún clásico que hay alguna otra
desocupación más allá de la friccional y la voluntario; Keynes que en
contraposición agregará un tercer tipo de desocupación, la desocupación
involuntaria y también pondrá en tela de juicio que tan generales son los
postulados clásicos para el caso de la teoría clásica de la ocupación.
Desde el punto de
vista clásico se tienen dos tipos de desocupación, la desocupación friccional,
aquella que es muy compatible con el segundo postulado que dice que la utilidad
del salario, cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la
desutilidad marginal de ese mismo volumen de ocupación, entendiendo como desutilidad cualquier
motivo que induzca a un individuo o grupo de individuos a abstenerse de
trabajar antes que aceptar un salario que represente para ellos una utilidad
inferior a cierto límite, como tal termina siendo el que se produce en
cuanto un empleado deja un empleo para buscar otro. Y la desocupación
voluntaria aquella que se da por la negatividad
o incapacidad de una unidad de trabajo
para aceptar una remuneración correspondiente al valor del producto atribuible
a la productividad marginal debido a causas naturales del mercado.
Si bien los
clásicos no aceptan en su teoría la desocupación involuntaria, esta es definida por Keynes como aquella que
resulta cuando en el caso de que se
produzca una pequeña alza en el precio de los artículos para asalariados, en
relación con el salario nominal, tanto la oferta total de mano de obra
dispuesta a trabajar por el salario nominal corriente como la demanda total de
la misma a dicho salario son mayores que el volumen de ocupación existente, a
tener en cuenta que tras el salario nominal está el salario real que es el
necesario para ocupar todo el volumen de mano de obra realmente ocupado, que
además el salario real es el cociente de salario nominal y precio de los
artículos para asalariados; si se dice que los precios aumentan en relación con
el salario nominal el salario real estaría disminuyendo por tanto la
desocupación involuntaria no sería compatible con el postulado clásico donde el
salario real es igual a la desustilidad marginal del trabajo.
Con lo anterior se
puede decir que bajo una mirada clásica Cristina y Juan se encuentran en una
desocupación friccional y Martin y Azucena en una desocupación voluntaria,
mientras que bajo la mirada de Keynes Cristina, Juan, Martin y hasta la misma
Azucena se encuentran en desocupación involuntaria.
Bibliografía:
Teoría general de
la desocupación, el interés y el dinero. (J.M. Keynes, 1936)
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ResponderBorrarSinceramente la parte en la que doy por hecho que el segundo postulado no es compatible con la desocupación involuntaria, está un poco confusa y como si me hubiesen dicho hasta aquí y no escriba más, pero en realidad doy muestra que si estaba algo confundida respecto al tema. Por lo tanto añadiré al texto lo siguiente:
ResponderBorrarSabemos que los clásicos no ven más allá de la existencia de las desocupaciones friccional y voluntaria, pero Keynes desarrollara una tercera desocupación de la que los clásicos no dan cuenta, pues él dice que dónde quedan las personas que si están dispuestas a trabajar por el salario nominal vigente y a pesar de ello no son contratadas, es decir no hay demanda de trabajo suficiente, cómo controlar entonces esto y lo mejor de todo cómo no darse cuenta de este hecho pues lo clásico apelaran que los trabajadores no van a querer trabajar por una salario nominal vigente inferior y por tanto sigue existiendo desocupación. Hago un breve paréntesis para aclarar algo que no hice en este texto, que es el tema del salario nominal y el salario real pues este es el mismo en la teoría neoclásica (el salario nominal es aquella remuneración del trabajo, por tanto el dinero que se recibe y el salario real son los bienes o servicios que los trabajadores pueden adquirir con esa remuneración, ahora bien, el por qué no es compatible la desocupación involuntaria con el segundo postulado está en que él se nos dice que la utilidad del salario real en la medida que compense la desutilidad marginal del trabajo nos va a dar la oferta de ocupación, es decir, cuanto estarían los trabajadores a ofrecer de mano de obra dependiendo del salario real que compense las razones por las cuales ellos han decidido no trabajar, pero en este caso ellos no han decido no trabajar porque no estén satisfechos ellos no trabajan porque no hay quien los emplee, no porque su desutilidad marginal sea mayor a su utilidad. Y lo que es más fuerte puede el salario real reflejar las razones por las cuales una persona no esté dispuesta a trabajar, ya que según la teoría neoclásica en ultimas cuando se dice la utilidad del salario con un determinado volumen de trabajo nos hace referencia al nivel de satisfacción de ese trabajador y eso se ve en la cantidad de bienes/servicios que este pueda adquirir, pues para los clásicos será válido ya que asumen que los trabajadores relacionan el salario nominal con el salario real a lo que Keynes dice que no es así.
Creo que ahora queda un poco más claro el tema de por qué el segundo postulado no es compatible con la desocupación involuntaria y de ahí que los clásicos hagan caso omiso.
Considero que el texto tiene buena redacción y las ideas se desarrollan de manera ordenada. Cabe agregar que desde mi punto de vista cuando un economista con las capacidades como lo fue Keynes crea una nueva teoría acogiendose a los postulados ya existentes, es porque genera un avance en cómo se debe manejar el sistema económico que impera, en este caso el capitalismo. Siendo así, cuando este plantea la desocupación involuntaria, es porque ha visto o reconoce un aspecto nuevo que anteriormente no se tenia en cuenta y probablemente es tan importante para ayudar a mejorar el sistema que existente.
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