Didyer Esteban Muñoz
El día de ayer 30 de Abril se tomaba decisiones sobre las tasas de interés las cuales se
han mantenido constantes desde finales del año pasado en 9,5%. Unos minutos antes de
que se iniciara la reunión el presidente Gustavo Petro señaló al Banco de la República
como responsable de frenar el gasto público, al mantener las tasas de interés elevadas.
Según su argumento, esta decisión afecta directamente la capacidad del Estado para
reactivar la economía mediante inversión pública. Y aunque en los comentarios fue
fuertemente criticado dado que teóricamente no es acertado, ¿tendrá un sentido lógico
económico mas profundo?
Primero que nada sabemos que las tasas de interés elevadas tienen efectos concretos
sobre la inversión esa es su asociación directa. Desde la óptica keynesiana, una
economía que enfrenta bajo crecimiento y alto desempleo no debería adoptar políticas
contractivas, sino todo lo contrario: estimular la demanda agregada mediante el gasto
público. Sin embargo, mantener tasas altas encarece el financiamiento, tanto para el
sector privado como para el Estado, lo que puede frenar la inversión y agravar la
desaceleración.
Ahora bien, aunque como mencioné al inicio el Banco de la República no decide
directamente el gasto público (esa función le corresponde al Congreso, a iniciativa del
gobierno nacional), sí puede condicionar su viabilidad a través de la política monetaria.
¡Bien!! Veámoslo con más detalle: si las tasas de interés se mantienen elevadas, el
endeudamiento del Estado se encarece, lo que reduce su margen fiscal para ejecutar
proyectos de inversión. En este contexto, la crítica del presidente Petro adquiere sentido
desde una óptica keynesiana: cuando se busca reactivar la economía mediante el gasto
público, una política monetaria restrictiva puede convertirse en un obstáculo, al limitar los
recursos disponibles para esa expansión fiscal.
Y que efecto podría tener si se da lo que el gobierno tanto espera que es reducir las tasas
de interés? Pues habrá un aumento en la inversión. Este escenario conecta directamente
con el concepto de Keynes: el efecto multiplicador. Entonces cuando el Estado o los
privados invierten, ese dinero no se queda en un solo punto, sino que se va expandiendo
por toda la economía. Si la inversión se hace en un sector primario este creara un efecto
dinamizador en otros sectores impulsando la economía. Por ejemplo, si el gobierno
construye una carretera, no solo paga a los obreros, sino también en insumos, lo cual se
ve reflejado en mayor ingreso para los trabajadores los cuales consumen más, lo que
reactiva otras industrias, genera más ingresos, más consumo y así sucesivamente. El
tamaño de ese efecto depende de la propensión marginal a consumir (PMC): si las
personas tienden a gastar la mayor parte de su ingreso adicional, el multiplicador es más
alto. Lo mismo ocurre con el multiplicador de la ocupación. Una inversión inicial genera
empleo directo (por ejemplo, en la construcción), pero también empleo indirecto en
industrias proveedoras de materiales, transporte, alimentación, etc. Si se frena la
inversión, se frena ese efecto en cadena, y con él, el crecimiento del empleo.
Ya para terminar, mantener tasas elevadas en una economía que ya viene con bajo
crecimiento y empleo puede frenar no solo la inversión privada, sino también limitar la
pública. Desde el enfoque keynesiano, lo más razonable sería coordinar una política
monetaria y fiscal expansiva que reanime la demanda agregada, el ingreso y la
ocupación. En lugar de restringir, el Estado y el banco central deberían actuar como
motores del ciclo económico. De lo contrario, el país podría caer en una trampa de bajo
crecimiento que no se soluciona esperando que el mercado se autorregule. Finalizo
afirmando que aunque a simple vista la crítica del presidente Gustavo Petro no tenía
mucho sentido teórico puede tener un trasfondo mucho más interesante para analizar.
Lo que más me llama la atención de tu análisis es cómo se logra mostrar que, aunque el Banco de la República no maneja directamente el gasto público, sus decisiones sí tienen efectos reales sobre la capacidad del Estado para actuar. Pero creo que también sería importante tener en cuenta la relación entre estabilidad macroeconómica y confianza de los inversionistas. Es decir, aunque bajar las tasas puede fomentar la inversión, también podría generar incertidumbre si se percibe como una medida descoordinada o impulsiva. Con ello además, me parece muy acertado cómo se vincula la política monetaria con la fiscal desde una visión más amplia, alejándose de los enfoques puramente técnicos. En general, Creo que tu análisis plantea muy bien la necesidad de un enfoque más equilibrado y menos rígido, especialmente si se quiere reactivar el empleo y la inversión de forma sostenible.
ResponderBorrarMe parece que es interesante traer a colación, la controversia entre el presidente Petro y el Banco de la República, buscando una justificación keynesiana a la crítica del presidente sobre las altas tasas de interés, argumentando que la tasas elevadas encarecen el endeudamiento estatal, limitando su capacidad para impulsar la demanda agregada a través de la inversión pública, de tal manera que me gustaría agregar el contexto en el que nos encontramos hoy en día, en el que hay una baja confianza a nivel económico, Donde no se trata solo de la mecánica del costo del dinero para el Estado, ya que La política económica completa no solo impacta directamente la economía, sino que también envía mensajes al sector privado, lo que moldea sus expectativas y, finalmente, determina sus decisiones de inversión, esenciales para el crecimiento económico.
ResponderBorrar