viernes, 24 de mayo de 2024

La teoría clásica del empleo frente a la teoría keynesiana: un análisis comparativo

 Esteban Zemanate Lopez


El estudio del empleo, su naturaleza y sus determinantes, ha sido un tema central en la

historia del pensamiento económico. Desde las primeras reflexiones de los mercantilistas

hasta las complejas teorías de la actualidad, la búsqueda de respuestas a preguntas como

¿por qué existe el desempleo? ¿cómo se puede alcanzar el pleno empleo? ha motivado el

desarrollo de diversas escuelas de pensamiento. Entre las más influyentes se encuentran la

teoría clásica del empleo y la teoría keynesiana, dos enfoques contrapuestos que han tenido

un impacto significativo en la comprensión del funcionamiento del mercado laboral y en la

formulación de políticas económicas.

La teoría clásica del empleo, desarrollada principalmente por economistas como Adam

Smith, Jean-Baptiste Say y David Ricardo, se basa en la idea de que el mercado de trabajo

es autorregulado. Según esta perspectiva, las fuerzas de la oferta y la demanda determinan

el nivel de salarios y empleo y cualquier desequilibrio en el mercado es temporal y se ajusta

automáticamente. Los clásicos argumentan que los salarios flexibles permiten que el

mercado laboral se adapte a las condiciones cambiantes, asegurando que siempre haya

demanda para toda la mano de obra disponible.

Por otro lado, la teoría keynesiana, propuesta por John Maynard Keynes en su obra "Teoría

General del Empleo, el Interés y el Dinero" (1936), desafía la visión clásica del mercado de

trabajo autorregulado. Keynes sostiene que la economía no siempre se ajusta

automáticamente al pleno empleo, y que existen factores como la insuficiencia de la

demanda agregada y las rigideces salariales que pueden generar desempleo involuntario. En

este contexto, tambien propone la intervención estatal activa en la economía a través de

políticas fiscales y monetarias para estimular la demanda agregada y promover el

crecimiento económico, lo que a su vez puede conducir a un aumento del empleo.

Este ensayo tiene como objetivo analizar las principales diferencias entre la teoría clásica

del empleo y la teoría keynesiana, centrándose en sus respectivas explicaciones del

desempleo y las políticas recomendadas para combatirlo. Se discutirán los supuestos

básicos de cada teoría, sus principales argumentos y las críticas que han recibido.

Finalmente, se evaluará la relevancia de ambas teorías en el contexto económico actual,

considerando los desafíos y oportunidades que enfrentan las sociedades modernas en

materia de empleo.

Para abordar este análisis comparativo es fundamental comprender los contextos históricos

y económicos en los que surgieron ambas teorías. La teoría clásica se desarrolló en un

contexto de laissez-faire donde se creía que la intervención estatal en la economía era

mínima y que el libre mercado era capaz de autorregularse. En cambio, la teoría keynesiana


surgió en la década de 1930 durante la Gran Depresión, una época de crisis económica sin

precedentes que puso en tela de juicio la validez de las ideas clásicas.


Es importante destacar que este ensayo no pretende realizar una evaluación definitiva de la

teoría clásica del empleo o la teoría keynesiana. Ambas teorías han aportado importantes

conocimientos a la comprensión del mercado laboral y han tenido un impacto significativo

en la historia del pensamiento económico también cabe mencionar que cada teoría fue de

gran importancia para un desarrollo de las economías en su momento. Sin embargo, es

necesario reconocer que cada una de ellas tiene sus propias limitaciones y que no pueden

explicar por completo la complejidad del fenómeno del desempleo.

La teoría keynesiana: una alternativa heterodoxa

John Maynard Keynes, revolucionó el pensamiento económico con la publicación de su

obra "Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero" en 1936. En este libro, Keynes

desafió la visión clásica del mercado de trabajo autorregulado y propuso una alternativa

heterodoxa que enfatizaba el papel de la demanda agregada en la determinación del nivel de

empleo. Keynes en su teoría sostenía que la economía no siempre se ajusta

automáticamente al pleno empleo y que existen factores como la insuficiencia de la

demanda agregada y las rigideces salariales que pueden generar desempleo involuntario. En

este sentido, proponía la intervención estatal activa en la economía a través de políticas

fiscales y monetarias para estimular la demanda agregada y promover el crecimiento

económico, lo que a su vez podía conducir a un aumento del empleo.

La teoría keynesiana también cuestionaba la Ley de Say, argumentando que la producción

no siempre genera automáticamente el ingreso necesario para comprarla. Se señalaba que la

demanda efectiva, es decir, la demanda que efectivamente se traduce en compras, depende

de diversos factores como el consumo, la inversión y la liquidez. Si la demanda efectiva es

insuficiente, se produce un desequilibrio en el mercado que genera desempleo involuntario.

Evaluación de las teorías clásica y keynesiana en el contexto actual

Tanto la teoría clásica del empleo como la teoría keynesiana han aportado importantes

conocimientos a la comprensión del mercado laboral y han tenido un impacto significativo

en la historia del pensamiento económico. Sin embargo, es importante reconocer que cada

una de ellas tiene sus propias limitaciones y que no pueden explicar por completo la

complejidad del fenómeno del desempleo. En el contexto económico actual, caracterizado

por la globalización, el cambio tecnológico y las desigualdades sociales, es necesario

considerar una visión más integral del mercado laboral que combine elementos de ambas

teorías. Es importante reconocer que el mercado laboral no es perfecto y que existen

factores como las rigideces salariales, la asimetría de la información y las externalidades


que pueden generar desequilibrios y desempleo. Siguiendo esta perspectiva, la intervención

estatal puede jugar un papel importante para promover el pleno empleo, la equidad y el

bienestar social pero es necesario que esta intervención sea estratégica y eficiente, evitando

distorsiones en el mercado y buscando fortalecer las capacidades de los trabajadores para

adaptarse a los cambios del entorno económico.

El análisis comparativo de la teoría clásica del empleo y la teoría keynesiana nos ha

permitido comprender las diferentes perspectivas sobre el mercado laboral y las políticas

económicas para combatir el desempleo. Ambas teorías han aportado importantes

conocimientos a la comprensión del fenómeno del desempleo, pero también tienen sus

propias limitaciones y no pueden explicar por completo su complejidad.

La teoría clásica del empleo, con su visión de un mercado laboral autorregulado y la Ley de

Say, ha sido criticada por su incapacidad para explicar el desempleo persistente,

especialmente durante las crisis económicas, teniendo en cuenta su énfasis en el laissez-

faire y la mínima intervención estatal ha sido cuestionado en situaciones donde los

mercados no funcionan de manera eficiente o donde existen desigualdades sociales

significativas. Por otro lado, la teoría keynesiana con su énfasis en la demanda agregada y

la intervención estatal, ha sido criticada por su potencial para generar inflación y

distorsiones en el mercado con su enfoque macroeconómico no siempre toma en cuenta las

características específicas de los diferentes mercados laborales y las necesidades de los

trabajadores individuales.

En definitiva el análisis comparativo de la teoría clásica del empleo y la teoría keynesiana

nos permite comprender mejor los diferentes enfoques para explicar el desempleo y

formular políticas económicas adecuadas. Al reconocer las limitaciones de cada enfoque y

considerar las características del contexto actual podemos avanzar hacia el diseño de

políticas públicas más efectivas para promover el pleno empleo y el bienestar social. Es

importante destacar que este análisis no pretende ofrecer una solución única al problema

del desempleo. La complejidad del fenómeno exige un enfoque multidisciplinario que

considere factores económicos, sociales, políticos e institucionales. La búsqueda de

soluciones efectivas requiere de un diálogo continuo entre diferentes perspectivas y un

compromiso con la investigación y la innovación en el ámbito de las políticas públicas.


Referencias:


Chamorro, A. C. (2011). Algunos elementos sobre la teoria clasica del empleo y la

versión Keynesiana. Revista de la Facultad de Ciencias Economicas y

Administrativas. Universidad de Nariño, 35-57.

El dinero, Liquidez y Bienestar Económico: La Perspectiva Keynesiana


“El flujo del dinero es un lazo entre el presente y el futuro”- John Maynard Keynes

El dinero es la parte más incierta de la economía, es el único elemento que afecta a todos

los demás. De ahí que, es como esos pensamientos que atormentan, que te llenan de

incertidumbre sobre que pasará en el mañana.

Por lo tanto, el dinero es más que números y un simple papel en mano o aquel transado por

plataformas y mostrado en algoritmos, pues, es un elemento que influye por completo en

nuestra vida financiera, desde nuestras propias decisiones hasta aquellas con más impacto

que una persona puede tomar por toda una sociedad: desde esas decisiones de inversión y

consumo hasta las políticas de gubernamentales y ciclos económicos.

En efecto, así como lo dicho al principio, al igual que los pensamientos que nos atormentan

en medio de la noche, la incertidumbre sobre el dinero puede llenarnos de ansiedad sobre lo

que depara el mañana. ¿Habrá suficiente dinero para cubrir nuestras necesidades básicas?

¿Podremos cumplir con nuestras obligaciones financieras? ¿Qué impacto tendrá el dinero

en nuestras vidas y en la sociedad en general?

Y es que el ser humano cada vez quiere más y más dinero, como si fuera un fin en sí

mismo, un indicador de éxito y seguridad. Esta búsqueda constante de acumulación de

riqueza puede llevarnos a perder de vista lo verdaderamente importante: la calidad de vida,

el bienestar emocional y el equilibrio en nuestras relaciones sociales. En nuestra obsesión

por amasar fortunas, corremos el riesgo de perder de vista la verdadera esencia de la vida y

de socavar los valores fundamentales que sustentan una sociedad sana y próspera. Por

tanto, es crucial reflexionar sobre nuestras prioridades y redefinir nuestro concepto de éxito

más allá de las simples cifras en nuestra cuenta bancaria.

La búsqueda obsesiva de acumular riqueza, como se mencionó previamente, revela una

tendencia innata del ser humano hacia la seguridad financiera y el éxito material. Sin

embargo, este afán desenfrenado puede generar ansiedad y desequilibrio, tanto a nivel

individual como social. En este contexto, la teoría económica de Keynes adquiere

relevancia al proponer un enfoque más equilibrado y humano hacia la gestión de la

economía. Keynes sugiere que el dinero no debe ser el único objetivo de nuestras


aspiraciones económicas, sino, un medio para promover un bienestar más amplio y una

estabilidad social duradera.

Por lo tanto, (y esto es algo que me gusta mucho) esta teoría nos lleva no solo a pensar en

nuestro bienestar como individuos, si no, en el desarrollo de nosotros como sociedad, en la

corriente de un bienestar conjunto. Pues, Keynes nos desarrolla la teoría de la mano de

políticas que impulsan la demanda agregada para que estas fomenten pleno empleo, porque

no se trata de querer promover la liquidez como simples individuos y solo por nuestros

intereses, “pues así no llegaremos a ningún Barranquilla”, si no, pensar en alternativas

como por ejemplo, a través de la adopción de políticas fiscales expansivas, como aumentos

en el gasto público o reducciones de impuestos nos permitirá estimular la actividad

económica y aumentar la demanda de bienes y servicios. Por otro lado, como bien sabemos,

se debe mantener un sistema financiero estable y bien regulado para evitar las crisis que

puedan afectar la “confianza” en el sistema monetario, y, por ello, Keynes nos sugiere una

implementación de políticas monetarias que nos aseguren o garanticen condiciones

financieras favorables, como tasas de interés bajas: para promover la inversión y el

consumo.

Así mismo, Keynes nos proporciona en su teoría la preferencia por liquidez planteándonos

una perspectiva crucial sobre la dinámica del dinero que llevan los individuos en la

economía y una solución a ello. Específicamente, destaca cómo las expectativas sobre el

valor futuro de los activos financieros, como los títulos de deuda, pueden influir en la

demanda de dinero. Cuando prevalecen expectativas bajistas sobre el precio de estos

activos, los agentes económicos tienden a preferir la liquidez, es decir, mantener efectivo en

lugar de invertir en activos menos líquidos. Esta preferencia puede distorsionar la función

de la demanda de dinero, alterando así las decisiones financieras individuales y agregadas.

Y aquí es donde Keynes nos dice: No se puede aumentar los impuestos porque, porque si

aumentan los impuestos disminuyen los ingresos disponibles, y si pasa esto, disminuye el

nivel de consumo en la economía, disminuye la demanda agregada, entonces la

economía empieza a decrecer, y eso no es lo que se desea.

El gasto público tiene que ser mayor a la disminución del consumo por disminución del

ingreso disponible, y tiene que estar ubicado estratégicamente, ubicado en el sector


productivo para que apalanque. Necesitamos un marco de estabilidad, romper con los

factores de la incertidumbre, modificar la estructura para que las condiciones de

incertidumbre se transformen. (Que sabio es)

A su vez, con ello también podemos desarrollar con su teoría, los conflictos que se dan ante

la relación entre la tasa de interés nominal actual, las expectativas sobre la tasa de

interés nominal futura y la demanda de saldos reales de dinero en la economía. Este

vínculo se vuelve especialmente relevante en situaciones cercanas a una trampa de

liquidez (algo de lo que muchos autores no se desenvuelven), donde las tasas de interés

nominales son tan bajas que la política monetaria convencional ya no es efectiva para

estimular la actividad económica. En tales circunstancias, las expectativas sobre las tasas de

interés futuras pueden influir significativamente en la demanda de dinero y, por lo tanto, ¡en

la efectividad de la política monetaria! ¡Y aquí es dónde las políticas que mencioné con

anterioridad son las perfectas para poner a prueba para salir de la trampa de liquidez!

Finalmente, al comprender cómo las tasas de interés, las expectativas futuras y las políticas

fiscales afectan la liquidez y la actividad económica, podemos tomar decisiones más

informadas para abordar nuestros problemas financieros y promover un crecimiento

sostenible. Es como cuando esos pensamientos angustiantes encuentran una solución; de

manera similar, nuestra teoría Keynesiana nos ofrece un marco sólido para abordar los

desafíos económicos y encontrar el camino hacia la estabilidad y el bienestar económico.


REFERENCIAS


- Posada, C.E. (2014). El dinero y la liquidez. Ensayos sobre política

economica, 32(74), 36–51.

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-

44832014000200004

- Keynes, J.M. “El flujo del dinero es un lazo entre el presente y el futuro”.

La austeridad: Keynes o los neoliberales


Los temas económicos siempre generan contiendas en la sociedad, los tópicos donde se ve

a la economía tener un papel fundamental, usualmente polarizan a un territorio, nación o

población. Ahora bien, esto no solo sucede en los ámbitos triviales de la comunidad, sino

que, tiene una incidencia demasiado fuerte en los círculos de estudios de la ciencia

económica, es interesante ver como los estudiantes de economía discuten unos con otros en

diferentes secciones de la academia sobre una gran gama de diferentes temas. En mi caso

personal, el anterior escrito que hice para esta materia fue duramente cuestionado por un

estudiante, el cual consideraba que mi texto era demasiado “izquierdista y carecía de

cualquier sentido objetivo”, a lo cual responderé que tiene toda la razón, a diferencia de

Durkheim, considero que los científicos tanto exactos como sociales carecen de la

posibilidad de tener una objetividad plena. Por la razón de que, son humanos y antes que

ser científicos, son personas que fueron criados con valores y costumbres que muchas veces

son los responsables de apoyar una idea hasta la muerte o de detestar las tradiciones como

ningún otro ser.

Entonces, como consideraba Marx, cada persona profundiza en lo que sus ideales

consideran que debe profundizar, anulando de cierto sentido, la quimera idea de que

podemos llegar a ser maquinas o robots y dejarnos llevar por una objetividad celestial.

Entrando en el tema, el motivo de este texto no es analizar epistemológicamente la

generación de objetividad en escritos científicos, sino de traer a consideración un

documento que en lo personal es demasiado interesante y sirve de herramienta para todas

aquellas personas que consideran que la participación activa del gobierno es importante

para mantener la estabilidad de un territorio.

El texto que traigo a consideración, inicia con un resumen fácil de entender pero que es

demasiado profundo:

La austeridad es una política permanente, a través de la cual un gobierno intenta recortar el

gasto doméstico agregado lo suficiente, a fin de ajustar la economía a las llamadas leyes del

mercado. Está comprobado que lo que realmente está en juego en los programas de

austeridad es la capacidad de un gobierno para el control de los mercados financieros.

Se muestra que austeridad es culpable del aumento del desempleo y en el largo plazo del

casi estancamiento de la economía. También es responsable de la creciente

desestabilización de los mercados financieros. (Parguez, 2013)

Con esta introducción, cualquier persona que tenga una ideología neoliberal y

conservadora, no dudaría dos veces en dejar de leer el texto y desecharlo a la basura, es lo

mismo que haría una persona progresista si en sus manos le colocaran un libro de Agustín

Laje, este ser no dudaría en botar el escrito y en maldecir al autor unas 4 veces por

considerarlo demasiado retrogrado y obsoleto. Lo anteriormente dicho, demuestra que, en

el conocimiento también podemos encontrar una gran cantidad de escuelas que difieren sus

pensamientos unas de otras, a lo cual la pregunta sería: ¿Quién tiene razón? Y siendo


francos respondería: “Depende”, porque no hay propuesta político social que sea

progresista que haya funcionado 100% bien, como no hay políticas económicas

neoliberales que hayan solucionado el problema de toda la sociedad, asi que decir: “Los

progresistas siempre tienen la razón” o “Los neoliberales jamás se equivocan” es como

decir: “Solo hay dos colores (blanco y negro), si te encuentras en medio de los dos en

realidad no existes”.

Con respecto a lo anterior, el texto profundiza demasiado en la idea de la participación

activa del gobierno en los mercados para no generar crisis económicas, compartiendo ideas

como la siguiente:

Los gobiernos que renuncian a una política de pleno empleo son esclavos de ideas caducas,

decía Keynes. Él soñó con una época en la que, liberados de todo a priori, conducidos por

unos intereses materiales bien entendidos, los gobiernos podrían adoptar buenas políticas

económicas (que diesen prioridad al pleno empleo) puesto que comprenderían los

principios del universo económico real (la economía monetaria de producción). Es claro

que Keynes tenía una visión platónica de la política económica (Fitzgibbons, 1998). Creía

que, si los gobiernos, sus expertos y todos los economistas oficiales llegaban a poner en

duda todas sus ideas a priori, descubrirían las leyes de la economía positiva, es decir, el

principio de la demanda efectiva, y se convencerían de la necesidad de que su objetivo

fuera el pleno empleo de los recursos. Para Keynes, los gobiernos serían pragmáticos, se

atendrían a los hechos, si renunciasen a la economía clásica heredada de Ricardo (Parguez,

2013)

Entonces, como logramos evidenciar anteriormente, los gobiernos que deciden abstenerse

en la construcción de políticas fiscales, monetarias o cambiarias, están renunciando a la

idea de mejoramiento de su sociedad. Lo previamente dicho, se relaciona con el problema

de la trampa de la liquidez, cuando la variación en la tasa de interés no es suficiente para

modificar la preferencia por la liquidez de las personas, un gobierno neoliberal lo único que

podría hacer es “quedarse cruzado de manos” y esperar a que las propias personas decidan

sentirse más confiadas en su administración gubernamental, es lo mismo que esperar a que

un drogadicto deje de ser adicto a las drogas por fuerza propia, es demasiado improbable

que pase.

Sin embargo, sí el gobierno al evidenciar que se encuentra en esta situación, decide mejorar

la confianza de los ciudadanos y de los demás gobiernos en general (en términos sencillos,

mejorar la reputación de su administración), la confianza en el sistema llega por cuenta

propia y el gobierno puede salir de este problema. Ahora bien, la idea tiene sentido lógico

de cierta manera y cuenta con datos estadísticos que avalan su eficiencia, cuando un

gobierno decide mejorar su reputación con políticas públicas, la población en general se

siente más confiada en depositar su dinero en bancos o entes externos nacionales que le

aseguran un beneficio futuro.

Avanzando en el tema y respondiendo al comentario de mi compañero, el texto trae a

consideración su opinión crítica sobre las políticas públicas impuestas por países

neoliberales en los años 80s, el autor nos comparte:


¿Qué desean los gobernantes de los años ochenta? Comprimir los déficits presupuestales,

aumentar los beneficios a costa de reducir los salarios, incitar a una mayor abstinencia,

neutralizar el dinero al tiempo que apoyan la expansión de los mercados financieros.

Ninguno de estos objetivos tiene sentido en la economía monetaria de producción que

describió Keynes. Una de las primeras recomendaciones de Keynes a los gobernantes fue

la de disminuir las tasas de interés hasta un nivel que fuera compatible con el pleno empleo.

Pensaba que el poder de los rentistas, es decir, de quienes controlan el capital financiero e

imponen una escasez artificial, debería ser neutralizado. Todos los gobernantes posteriores

a los años setenta se precipitan en una carrera de elevación de las tasas de interés. Lejos de

aplicarles la eutanasia keynesiana, las políticas económicas restablecen las prerrogativas de

los rentistas.

Los gobernantes de los años ochenta son los esclavos de una visión del mundo, de una

ideología que suscita falsos problemas (los déficit presupuestales que explicaría la

elevación de las tasas de interés), para hacer olvidar los verdaderos problemas (el

desempleo y el derroche de los recursos productivos). Esta ideología es la

doctrina de la austeridad que se impone, tal como la inquisición, a todos los gobiernos y sus

expertos (Parguez, 2013)

Para ponerlo en términos sencillos y con un ejemplo, imaginemos que somos trabajadores

en una fábrica; Los gobernantes de los años ochenta serían como un jefe que está más

interesado en ahorrar dinero y aumentar los beneficios que en asegurarse de que sus

trabajadores estén bien pagados y tengan buenas condiciones de trabajo. Además, este jefe

estaría más interesado en expandir su fábrica (aumentando los mercados financieros) que en

mejorar las condiciones de trabajo (reduciendo las tasas de interés), lo que demuestra que

las políticas neoliberales tienden más a generar un beneficio individual que la seguridad

colectiva.

En resumen, la economía es un campo vasto y multifacético en el que la perspectiva juega

un papel crucial, cualquier tema que abordemos, ya sea el crecimiento económico, la

distribución de la riqueza o las políticas fiscales, presenta diversas facetas que deben ser

consideradas, además que nuestro juicio de valor se puede ver influenciado por los valores

o ideologías que tengamos, es por eso que el término que más aprecian los economistas es:

“Depende”, las políticas progresistas no son una excepción a esta regla, para un “progre”,

cualquier participación del gobierno en el mercado es bien recibida. Sin embargo, para un

derechista o conservador, tal acción es el inicio de la pobreza y la crisis económica, lo que

demuestra que la tan anhelada objetividad científica, expuesta por pensadores de peso como

Durkheim o Kuhn, es en realidad un sueño ideológico, como en algún momento fue el

paraíso comunista para Marx.

Análisis del Multiplicador de Inversión Pública durante el Auge y Declive de Precios Internacionales

 Deiner Estiven Rosas Mora


En este texto, se explora el estudio realizado por Samuel Alarcón Gambarte sobre el

multiplicador de inversión pública en el contexto de los ciclos de precios internacionales.

Alarcón Gambarte emplea técnicas econométricas para evaluar el impacto de la inversión

pública en la economía durante períodos de precios internacionales altos y bajos.

El análisis proporciona una comprensión detallada de cómo varía el efecto de la inversión

pública en la actividad económica según las fluctuaciones de los precios internacionales.

Permitiendono identificar diferencias significativas en el multiplicador de inversión pública

en diferentes contextos económicos globales.

Los hallazgos de Alarcón Gambarte tienen implicaciones importantes para la formulación

de políticas económicas. La investigación sugiere que el impacto de la inversión pública

puede ser más pronunciado durante períodos de precios internacionales bajos, lo que indica

la importancia de ajustar las políticas fiscales según las condiciones económicas globales.

En particular, se mencionan los enfoques de autoregresiones de vectores estructurales y los

métodos de experimentos naturales para identificar la variación exógena en los shocks de

política. Alarcón Gambarte destaca el trabajo de Blanchard y Perotti (2002) como un

ejemplo notable en este campo, aunque señala limitaciones relacionadas con la previsión

fiscal.

El autor discute las diferentes concepciones de los multiplicadores fiscales y cómo se

construyen estos. Destaca el trabajo de Mountford y Uhlig (2009) como una contribución

significativa que introduce los multiplicadores relevantes de política económica, calculados

como el valor presente de la respuesta del producto a lo largo del tiempo, dividido por el

valor presente de la respuesta del gasto gubernamental ante el shock.

La investigación de Alarcón Gambarte aborda las metodologías utilizadas para generar

funciones de impulso-respuesta en la literatura empírica de multiplicadores fiscales.

Destaca el uso creciente del método de proyecciones locales, en contraste con el enfoque de

modelos SVAR tradicional.

En cuanto a los estudios específicos sobre Bolivia, el autor menciona el trabajo de Puig

(2015) y Molina y Gantier (2017), que estiman el efecto multiplicador del gasto público en

la economía boliviana utilizando diferentes metodologías. Destacando la importancia de

investigaciones como las de Montero (2012), Machicado y Estrada (2012), y Endegnanew y


Tessema (2019), que proporcionan una visión más detallada sobre cómo el gasto público

afecta la economía, para el caso la Boliviana.

El trabajo de Alarcón Gambarte presenta varias fortalezas significativas en su enfoque

metodológico y análisis empírico de los multiplicadores fiscales en el contexto de Bolivia.

Una de las principales fortalezas radica en la adopción de una metodología avanzada que

combina proyecciones locales y variables instrumentales, lo que proporciona una

estimación más precisa y menos sesgada del impacto del gasto público en la economía

boliviana. Esta combinación de técnicas econométricas modernas permite capturar de

manera más efectiva las complejidades del comportamiento económico en respuesta a

cambios en el gasto público.

Este realiza un esfuerzo loable al considerar diferentes condiciones económicas, como

periodos de auge y declive de precios externos, mediante la introducción de variables

dummy (indicadoras que toman el valor de 0 o 1 para representar la presencia o ausencia de

una característica específica) de cambio de estado. Esto enriquece el análisis al permitir una

evaluación más completa de cómo varía el efecto del gasto público en función del contexto

económico global.

Sin embargo, a pesar de estas fortalezas, el trabajo de Alarcón Gambarte considero podría

beneficiarse de ciertas mejoras o consideraciones adicionales. Por ejemplo, aunque el

enfoque de proyecciones locales y variables instrumentales es avanzado y robusto, podría

haber limitaciones en la selección de variables explicativas o en el tratamiento de posibles

sesgos de selección. Sería útil realizar análisis de sensibilidad para evaluar la robustez de

los resultados frente a diferentes especificaciones del modelo y supuestos econométricos.

Además, aunque se consideran diferentes condiciones económicas mediante variables

dummy de cambio de estado, podría haber aspectos específicos del contexto boliviano que

no se están teniendo en cuenta en el análisis. Por ejemplo, factores institucionales, políticos

o sociales podrían influir en la eficacia del gasto público y deberían ser considerados en el

análisis para obtener una comprensión más completa de los multiplicadores fiscales en

Bolivia.


Bibliografía


Gambarte, S. A. (22 de 04 de 2020). Multiplicador de inversión pública durante el auge y declive de

precios internacionales. Obtenido de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?pid=S2074-

EFECTO DEL MULTIPLICADOR EN ECONOMIAS SUBDESAARROLLADAS Y DESAROLLADAS


Sabemos que en todos los países existen una serie de actividades económicas y políticas

mediante las cuales cada agente económico realiza una variedad de operaciones para

adquirir, distribuir y consumir bienes y servicios, con el objetivo de satisfacer necesidades

tanto personales como colectivas. En este contexto, para entender el funcionamiento de

estas actividades económicas, Keynes introduce un concepto fundamental conocido como

la propensión marginal al consumo, el cual guarda una estrecha relación con el

multiplicador de la inversión. El propósito fundamental de este texto radica en analizar y

exponer de qué manera la propensión al consumo impacta en el multiplicador de la

inversión, tanto en economías desarrolladas como en economías en situación

subdesarrolladas.

Para comenzar, es vital comprender que, según la perspectiva de Keynes, la propensión

marginal al consumo se define como el porcentaje del ingreso que se destina al consumo,

teniendo en cuenta el nivel de ingreso actual. En términos keynesianos, se presenta como

una función que vincula el consumo (C), medido en términos de ingreso, con el nivel de

ingreso (Y) en un determinado nivel de ocupación (N). Asimismo, existe una relación

funcional representada por la ecuación C = (Yd), donde es el coeficiente que indica la

proporción del ingreso que se destina al consumo, dados los niveles de ingreso, esta función

ofrece una visión de cuánto se consume en relación con el ingreso disponible en una

economía determinada, según la teoría (Keynes).

Cuando los ingresos en la economía aumentan, se espera que su capacidad de compra

también aumente, lo que naturalmente genera un mayor interés en la adquisición de bienes

y servicios. Este aumento en el deseo de adquirir conduce a un incremento en el consumo

de esos bienes, lo que a su vez tiende a mejorar la calidad de vida de la población. Por lo

tanto, se establece que los cambios en los ingresos reales están estrechamente ligados a

cambios en los patrones de consumo: cuando los ingresos reales aumentan, el consumo

tiende a aumentar, y viceversa.

Keynes, se destaca una ley psicológica que establece que, en general, un aumento en los

ingresos reales resulta en un incremento en el consumo, pero este incremento en el

consumo es generalmente menor que el aumento en los ingresos. Esta relación se expresa

mediante la ecuación , donde representa el cambio en los ingresos reales, ΔC el cambio en

el consumo y el cambio en el ahorro. Según esta teoría, el cambio en el ahorro es igual al

cambio en la inversión, lo que refleja la relación entre el consumo y el ingreso en el

contexto de la teoría keynesiana.

De esta manera el multiplicador muestra cómo se divide el , así se escribe que, el cual

Keynes propone que despejando se obtiene el multiplicador de la inversión por tanto, está

propensión marginal a consumir influye en el multiplicador de la inversión (K), de esta


forma si la propensión a consumir es alta entonces K es alta y viceversa. Ahora sabiendo

que el ingreso se divide en consumo e inversión, el multiplicador de la inversión nos indica

que cuando existe un incremento en la inversión total, el ingreso aumentara K veces al

incremento de la inversión.

Por tanto, vamos analizar una comparación entre países que exhiben altas y bajas

propensiones al consumo, y cómo estas afectan el multiplicador de la inversión. Para

ilustrar este punto, tomaremos como ejemplo una economía de ingresos bajos, como

Colombia, que presenta una propensión marginal al consumo del 0.85. Esto indica que, en

promedio, cada individuo en Colombia destina el 85% de su ingreso al consumo.

Utilizando la función residual (1 - propensión al consumo), se puede calcular el porcentaje

del ingreso que no se destina al consumo, y por lo tanto se reserva para el ahorro o la

inversión, esto llevara a que el ahorro en Colombia es del 15% por tal el multiplicado de la

inversión (K) sea en promedio de 6,6666, por lo cual se puede estimar que las variaciones

de la inversión pueden ser mayores debido que estamos hablando de una economía donde la

gran población tiene ingresos bajos, por lo que solo estará destinado al consumo pero en

Colombia no se registran muchas inversiones, por eso se registra un PIB del 88.878

millones de euros. (PIB del tercer trimestre del 2023)( datosmacro.expansion)

Ahora analizaremos la situación en una economía más próspera, como lo es una de las

potencias mundiales EEUU, que exhibe una propensión marginal al consumo del 0.63. Esto

indica que, en promedio, cada persona en EEUU destina el 63% de su ingreso al consumo.

Al calcular la formula, encontramos que el ahorro en Estados Unidos representa el 37% del

ingreso. Esta alta tasa de ahorro explica en parte por qué el multiplicador de la inversión en

Norteamérica en promedio es de 2.7. En consecuencia, las fluctuaciones en la inversión

pueden ser menos significativas en una economía donde una parte considerable del ingreso

se destina al ahorro. A pesar de que Estados Unidos tiene un salario mínimo más elevado,

aún registra múltiples inversiones, lo que contribuye a su crecimiento económico sostenido.

La cifra del PIB en el cuarto trimestre de 2023 fue de 6.496.798 millones de euros, con lo

que Estados Unidos se sitúa como la primera economía del mundo en cuanto a PIB

(datosmacro.expansion)

Podríamos concluir que, en una economía de ingresos bajos como Colombia, se observa

que cuando la propensión marginal al consumo se acerca a la unidad, incluso pequeñas

fluctuaciones en la inversión pueden generar grandes cambios en el nivel de ocupación.

Esto, a su vez, conduce a un aumento en el ingreso y, por ende, en el producto interno bruto

(PIB). Por otro lado, en economías más desarrolladas como la de EEUU, donde la

propensión marginal al consumo se aleja más de la unidad, las fluctuaciones en la inversión

tienden a tener un impacto menos pronunciado en el nivel de ocupación y, por lo tanto, en

el ingreso.


Referencias

Datos macro. 2023. PIB de Estados Unidos. Expansión Datos macros

https://datosmacro.expansion.com/pib/usa

Datos macro. 2023. Mejora el PIB trimestral de Colombia en el tercer trimestre. Expansión Datos

macros. https://datosmacro.expansion.com/pib/colombia

Keynes, John Maynard. Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero. Fondo Cultura

Económica. 1936

Parra, F. 2020. Propensión Marginal al Consumo en USA. Universidad de Cantabria (UNICAN),

España

https://econometria.wordpress.com/wpcontent/uploads/2016/05/pmc_usa_2014_castell

ano2t.pdf

Vargas, G. 2011. Propensión marginal al consumo para Colombia. Universidad Distrital

Francisco José de Caldas.

https://www.researchgate.net/publication/286625971_PROPENSION_MARGINAL_AL_CO

NSUMO_PARA_COLOMBIA_The_marginal_propensity_to_consume_for_Colombia

 En el amplio contexto de la economía actual, la “Teoría General del Empleo, el

Interés y el Dinero” de John Maynard Keynes se destaca como una obra

trascendental y de considerable influencia. Publicada en 1936, durante la

devastadora crisis económica provocada por la Gran Depresión, esta obra no solo

desafió las ideas predominantes de la época, sino que también fundó las bases

sobre las cuales se desarrollaría la macroeconomía moderna. Keynes propuso

una nueva perspectiva para comprender el comportamiento económico, donde el

nivel de empleo no se determinaba por el equilibrio entre la oferta y la demanda de

trabajo, sino por la demanda agregada (DA) de bienes y servicios, la cual es

influenciada por otros factores como el consumo(C), la inversión (I), el gasto

público(G), la balanza comercial(X-M). Por lo tanto:

DA = C + I + G + (X - M)


Está ecuación establece que la demanda agregada total está compuesta por el

consumo de los hogares, la inversión de las empresas, el gasto del gobierno y las

exportaciones netas. La (DA), que es la suma total de la demanda de bienes y

servicios en una economía durante un período de tiempo específico, determina el

nivel de producción y empleo. Las empresas producen en función de la demanda

esperada de sus productos. Por lo tanto, si la DA aumenta, las empresas anticipan

mayores ventas y aumentan la producción, lo que a su vez requiere contratar más

trabajadores, reduciendo así el desempleo. La teoría de Keynes desafió la teoría

económica clásica, cuestionando la Ley de Say, la cual establece que la oferta

crea su propia demanda. Keynes argumentó que la demanda agregada no

siempre es suficiente para cubrir la oferta total de bienes y servicios,

especialmente en tiempos de recesión, cuando la demanda agregada puede ser

insuficiente debido a una disminución del consumo, la inversión o el gasto público,

generando un desequilibrio el cual conduce al desempleo. De acuerdo a esta

situación, Keynes defendía la intervención del Estado en la economía, a través de

las políticas fiscales y monetarias expansivas el Estado podía estimular la

demanda agregada y por lo tanto, fomentar el empleo y la producción. Las

políticas fiscales expansivas implican un aumento del gasto público o una

reducción de impuestos, mientras que las políticas monetarias expansivas

buscaban incrementar la liquidez en la economía, mediante la reducción de las

tasas de interés.

Keynes también propuso un nuevo enfoque para comprender cómo se determinan

las tasas de interés en la economía. Desafió la teoría clásica del interés, la cual

sostenía que la tasa de interés es el precio que equilibra la demanda de fondos

para la inversión y la oferta de ahorros, según esta perspectiva la tasa de interés

se determina en el mercado de fondos prestables, donde la oferta de fondos

prestables está representada por la cantidad de dinero que los ahorradores están

dispuestos a prestar, esta oferta depende de factores como:

● Ingresos: A mayor nivel de ingresos, mayor capacidad de ahorro.

● Expectativas futuras: Si se esperan mayores ingresos en el futuro, las

personas tienden a ahorrar más en el presente.

● Tasa de interés: Una tasa de interés más alta incentiva el ahorro, ya que

ofrece un mayor retorno.


Por otro lado la demanda de fondos prestables está representada por la cantidad

de dinero que los inversores necesitan para financiar sus proyectos, depende de

factores como:

● Oportunidades de inversión: Cuando las oportunidades de inversión

prometen ser rentables, más empresas están interesadas en invertir, esto

ocasiona un aumento en la demanda de fondos prestables, ya que los

empresarios buscan capital para financiar sus proyectos de inversión.

● Tasa de interés: Una tasa de interés más baja, reduce el costo de

financiamiento y aumenta la demanda de fondos.

● Expectativas futuras: Si se espera que la economía crezca, los empresarios

anticipan que habrá más oportunidades de negocio y que sus inversiones

serán más rentables.

La teoría clásica asume que el mercado de fondos prestables es autosuficiente y

que la tasa de interés se ajusta automáticamente para alcanzar el equilibrio. Sin

embargo, en la realidad existen factores externos que pueden afectar la tasa de

interés, como las políticas monetarias de los bancos centrales o eventos

económicos inesperados.

Keynes, sin embargo, argumentó que la realidad era más compleja y que la tasa

de interés era determinada por la interacción entre la preferencia por la liquidez y

la cantidad de dinero disponible en una economía.

La preferencia por la liquidez es una potencialidad o tendencia funcional

que fija la cantidad de dinero que el público guardará cuando se conozca la

tasa de interés; de tal manera que si r es la tasa de interés, M la cantidad

de dinero y L la función de preferencia por la liquidez, tendremos M = L (r).

Tal es la forma y lugar en que la cantidad de dinero penetra en el

mecanismo económico. (Keynes,1936, pág. 150)

La preferencia por la liquidez es el deseo de las personas de mantener una parte

de su riqueza en forma de efectivo en lugar de invertirla en activos como bonos o

acciones. Esta preferencia se basa en tres motivos principales:

● Motivo transacción: Las personas necesitan efectivo para realizar

transacciones diarias.

● Motivo precaución: Las personas mantienen efectivo como reserva para

cubrir gastos o imprevistos.

● Motivo especulación: Las personas pueden retener efectivo esperando que

la tasa de interés baje en el futuro.

La cantidad de dinero en circulación era un factor importante en la determinación

de la tasa de interés. Según Keynes, una mayor cantidad de dinero disponible

implica una mayor liquidez, lo que puede ocasionar una disminución en la tasa de

interés. Esto se debe a que las personas y empresas tienen menos necesidad de


mantener efectivo y están más dispuestas a invertir en activos que generen

rendimiento.

Supongamos una economía con alta liquidez, las personas y empresas, al tener

mayor acceso a efectivo, se sienten más seguras y confiadas, lo que reduce su

necesidad de mantener efectivo como reserva. Esto las incentiva a invertir su

dinero en activos como bonos o acciones, aumentando la oferta de fondos

prestables. Al tener más dinero disponible para préstamos e inversiones, la tasa

de interés tiende a disminuir.

Por el contrario, en una economía con baja liquidez, las personas y empresas

prefieren mantener más de su riqueza en efectivo debido a la incertidumbre o la

expectativa de una futura caída en las tasas de interés. Esto aumenta la demanda

de efectivo, como consecuencia la tasa de interés tiende a aumentar ya que hay

más competencia por obtener dinero a través de préstamos.

La teoría keynesiana sobre la tasa de interés introdujo una nueva perspectiva en

la economía, desafiando los postulados clásicos y estableciendo las bases de la

macroeconomía. Según Keynes, la tasa de interés no solo refleja el costo del

préstamo sino que también representa la recompensa por mantener la liquidez.

Una tasa de interés reducida motiva a las empresas a incrementar sus inversiones

debido a que el acceso al financiamiento resulta más económico. Esto impulsa la

generación de empleo, el aumento en la producción, generando un crecimiento

económico sostenido. Por lo contrario, una tasa de interés alta puede disminuir la

inversión, provocando desempleo y estancamiento económico.

Keynes argumentaba que en ausencia de una intervención gubernamental efectiva

para regular las tasas de interés, la economía podría quedar atrapada en una

trampa de liquidez.


REFERENCIAS

Keynes, J. (1936). TEORÍA GENERAL DE LA OCUPACIÓN, EL INTERÉS Y EL

DINERO. Fondo de cultura económica.

Sobre ‘The Keynesian Revolution’, de James Made.



El ensayo de James Made, nos plantea una pregunta sobre la existencia de una revolución

Keynesiana, por lo que habla de sucesos que podrían darle luz a esta pregunta sobre la

revolución Keynesiana.

Esta revolución keynesiana representaría un hito fundamental en el desarrollo del

pensamiento económico del siglo XX. El pensamiento del economista John Maynard

Keynes desafía lasa concepciones predominantes de su tiempo inaugurando un cambio de

paradigma en la comprensión de la economía y la política económica. En contraste con el

pensamiento de la teoría clásica, que es la autorregulación del mercado, a través del pleno

empleo, Keynes argumentó que la economía podría encontrarse en un espacio de

desempleo y demanda agregada deficiente.

Uno de los conceptos clave que surgió de la revolución Keynesiana es el del multiplicador

Keynesiano. Este concepto establece que un aumento en el gasto autónomo ya sea por parte

del gobierno, las empresas o los consumidores, puede generar un efecto multiplicador sobre

el ingreso nacional total.

La idea detrás del multiplicador es que un aumento en el gasto inicial desencadena una

serie de rondas de gasto adicional a medida que el ingreso adicional se reinyecta en la

economía, generando así un aumento en la producción y el ingreso que excede el aumento

original en el gasto.

La intervención estatal en la economía también fue una cuestión central en el debate entre

las ideas de Keynes y el enfoque de la "visión del Tesoro". Este último, defendido por el

Tesoro del Reino Unido en las décadas de 1920 y 1930, argumentó que cualquier intento de

estimular la economía a través del gasto público sería contraproducente ya que conduciría a

un aumento de precios y salarios, socavando así la economía. Competitividad internacional

del país. Esta visión influyó en la resistencia del gobierno británico a adoptar políticas de

gasto público durante la Gran Depresión.

Sin embargo, las ideas de Keynes eventualmente ganaron terreno, desafiando la visión del

Tesoro y llevando a una revisión de las políticas económicas. La publicación de "La Teoría

General" en 1936 marcó un punto de inflexión, ya que sus ideas influyeron en las políticas

económicas tanto en el Reino Unido como en otros países. El concepto de multiplicador

keynesiano proporcionó una base teórica sólida para justificar la intervención

gubernamental en la economía para estimular la demanda agregada y combatir el

desempleo.

En resumen, la revolución keynesiana representó un cambio significativo en la forma en

que se entiende y aborda la economía, destacando la importancia de la demanda agregada y

el papel activo del gobierno en la estabilización económica. El debate entre las ideas de

Keynes y la "visión del Tesoro" ilustra las tensiones inherentes entre diferentes enfoques

económicos y las implicaciones de estas perspectivas para la política económica.


Con el texto podemos relacionar el cambio de pensamiento clásico al Keynesiano, sobre

todo en tiempos de crisis, el cual es un momento más que adecuado para poner en práctica

este pensamiento, el cual intenta que la intervención estatal sea de vital importancia para

mantener el equilibrio en la economía.

En mi opinión, el texto proporciona una explicación clara y detallada de los conceptos

clave relacionados con la revolución keynesiana, el "Treasury View" y el multiplicador

keynesiano. Está bien estructurado, presenta cada tema de manera organizada y aborda

tanto los aspectos teóricos como las implicaciones prácticas de las ideas de Keynes para la

política económica. Además, la redacción es precisa y profesional, lo que hace que el

contenido sea fácil de entender incluso para quienes no están familiarizados con conceptos

económicos avanzados. En resumen, el texto ofrece una visión integral y profunda de un

tema complejo de una manera accesible y bien argumentada.


Referencias

Made, J. (1975). The Keynesian Revolution. En J. Made, Milo Keyes (págs. 82-88).