martes, 19 de febrero de 2019

La decadencia del mercado, de los neoclásicos a los institucionalistas, ¿una oportunidad para el Estado de bienestar keynesiano?



Julián Andrés Palacios
Desde la llegada del antropoceno, era en que los humanos generaron un impacto significativo de la biosfera, el hombre comenzó a apropiarse de los vastos yacimientos de riqueza natural que le proveía la tierra. Dejando el nomadismo y dando paso al sedentarismo, la agricultura tomó papel preponderante dando una explosión demográfica sinigual. No solamente el desarrollo agrario permitió la reproducción de la vida, sino que también mejoró las condiciones de ella. Los seres humanos al suplir sus necesidades básicas quedaban con un producto excedente en las manos, tal residuo fue comercializado con otros hombres produciéndose la institución fundamental de la vida económica que persiste hasta nuestros días; el mercado.
¿Cómo funciona el mercado para los neoclásicos? Para entenderlo es menester acudir a uno de sus mayores defensores, un intelectual ferviente opositor del keynesianismo, Friedrich Hayek. Según Hayek (1945/1999) la sociedad enfrenta un problema económico que no puede ser solucionado a través de un sistema de planificación centralizada; este problema radica en que la economía cambia constantemente, enfrentadose la sociedad ante la incapacidad de responder a tiempo contra a las coyunturas que surgen de forma acelerada.  Frente a esto el autor establece, que el conocimiento “nunca existe de forma concentrada o integrada sino como fragmentos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio, que los individuos poseen por separado” (Hayek, 1945/1999, p.333). Con pie en la proposición anterior, Hayek ha arremetido fuertemente contra el Estado, especialmente contra los régimenes totalitarios de corte izquierdista, pues él establece que el conocimiento concreto y especializado no puede coordinar sistemas de alta complejidad como es el mercado. Parafraseando a  Hayek (1945/1999), el sistema de mercado se basa en indicadores (precios), los cuales modulan la distribución de recursos a través de diversos incentivos que permiten un abanico amplio de elecciones. Aquí los precios sirven de coordinadores de las acciones humanas, es conocimiento individual y a la vez disperso que se transmite eficientemente entre cada uno de los agentes del mercado, por lo tanto el sistema de precios es un mecanismo de transmisión de información.
Es imposible negar las virtudes del mercado, pero consideramos que la escuela neoclásica es idealista, pues su nivel abstracción simplifica en demasía un sistema que es ininteligiblemente complejo. Los supuestos fundamentales en que se basan los neoclásicos son el equilibrio, la competencia perfecta, el conocimiento completo de la información y comportamiento racional de los agentes. Todo ello apuntando a un concepto tan retrógrado como el de la mano invisible; Claro, en palabras más especializadas, pero siendo lo mismo. Morales (1997) hace explícita una crítica constructiva trayendo a colación el institucionalismo como alternativa heterodoxa al entendimiento de los mercados. Los neoclásicos pecan de tomar toda influencia social como exógena, los institucionalistas hacen lo contrario, ponen a la institución como el meollo del asunto. Ellos afirman que el comportamiento económico de los agentes y el intercambio son afectados por valores, tradiciones y leyes (las instituciones endógenas). El mercado es una institución relevante sin ser la única en el momento de la asignación de recursos, pues demás instituciones colaboran en ello. Si no, tomemos en cuenta el amor de una madre, que le brinda todos los días un riquísimo desayuno a su hijo, obviamente hay una transacción por alimentos, pero la motivación no fue una maximización de la utilidad, lo hizo pensando en su hijo; quizá no pensó en los precios sino en prepararle su comida favorita. En fin, vemos como lo económico queda relegado a un segundo plano.
El institucionalismo y neoinstitucionalismo plantean una realidad a nuestro parecer muy verosímil,  las transacciones no son gratuitas ya que existen contratos de por medio; existen derechos de propiedad que coordinan la actividad económica, siendo la información incompleta, imperfecta y costosa procesada por individuos de racionalidad limitada en un entorno de incertidumbre. Los mercados funcionan muy diferente al modelo neoclásico pues el equilibrio es un estado excepcional; el bienestar individual y social no siempre se corresponden, y las instituciones son fundamentales en la explicación, la coordinación y el intercambio. Morales (1997) concluye que ante un mercado imperfecto se hacen necesarias instituciones que reduzcan los costos de transacción y guíen a la economía a buen funcionamiento, equiparando intereses colectivos e individuales.
Ante la crisis que enfrenta el mercado cabe revaluar la teoría keynesiana, creo que uno de sus postulados claves, el estado de bienestar puede ofrecernos solución ante la debacle acontecida. El Estado de bienestar keynesiano surge como garante de la protección y equidad de los ciudadanos. Entendamos al Estado de bienestar como un conjunto de instituciones que garantizan la cohesión social, y es deber ante un mercado que propende a fallas, regularlo. Quizá el derecho más preciado del ser humano sea la libertad, por ello nunca debe ser violado, no obstante la libertad no debe sobrepasar los demás derechos de los ciudadanos; es ahí donde mercado y Estado deben pactar. Sen (1999/2000) plantea como mecanismo de desarrollo la equidad en la distribución de las libertades, basado en generar capacidades humanas sobre las rentas. Lo que podemos aprender de Sen, es valorar las ventajas de la libertad de poder intercambiar en un mercado; un mercado donde eficiencia no es igual a equidad. Ante ello el Estado de bienestar surge como regulador de la distribución, no sólo del ingreso, sino de oportunidades que se conviertan en capacidades, derivando en rentas y bienestar.
Bibliografía
Hayek, F. (1945/1999). El uso del conocimiento en la sociedad. Bogotá; Cuadernos de economía, Universidad Nacional de Colombia. Volumen 18. Número 30.
MORALES, Fabio. (1997). Eficiencia e Intercambio. Corriente Neoclásica, Institucionalismo y Neoinstitucionalismo”. Bogotá; Cuadernos de Economía. Universidad Nacional de Colombia. Volumen XVI. Número 26.
SEN, A. (1999/2000). Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta. 1ª. Edición en español (2000). Santafé de Bogotá. “Introducción: El Desarrollo como Libertad”; Capítulo 5: “Mercados, Estado y Oportunidad Social”.

2 comentarios:

  1. Muy interesante el texto dado que aborda historicamente desde la creacion del mercado en las sociedades donde empezo a quedar un excedente hasta la explicacion de un mercado que no tiende al equilibrio. Explica como el keynesianismo se fundamenta en la intervencion estatal y como esta debe proteger al individuo asegurando su libertad en funcion de oportunidades y derechos (Sen) y actuar como regulador del mercado.

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  2. Excelente texto, recoge las diferentes etapas a través de la historia, asi muestra como cada momento de inestabilidad en un sistema político o económico, es una oportunidad que se abre sin duda al cuestionamiento de los paradigmas establecidos, cuestionando su utilidad para seguir en pie o verse remplazado por nuevos postulados. considero que el modelo neo-clásico está enfrentando una creciente crisis a nivel global y continúa arrasando y destruyendo cada día con todos los derechos humanos, incluyendo la libertad, que plantea el compañero Julián que debe ser el más importante. Por eso, creo que es coherente lo planteado, el poder realizar una revaluación de la teoría keynesiana buscando detener los atropellos cometidos por las actuales formas del mercado, al mismo tiempo que podríamos detener los grandes fallos estructurales que se producen, llegando a ese Estado de Bienestar, y no continuando con un desinteresado Estado Neo-liberal que deja todo a la mano reguladora de un mercado capitalista.

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