miércoles, 23 de octubre de 2019

La paradoja del ahorro de Keynes y sus rupturas



El ahorro, dice Keynes, es toda aquella parte del ingreso que recibe una familia, la cual no es consumida por esta. Bajo los supuestos de insaciabilidad clásicos, esta variable era tenida en cuenta como la parte excedente con la cual el consumo marginal dejaba de crecer, por lo que era utilizada como inversión por parte de los individuos que decidieran ahorrar.
Las diferencias son evidentes, pues Keynes nos dice por su parte que el ahorro a largo plazo puede causar una paradoja en la que termine por hacer decrecer los ingresos de las familias en la economía, esto debido a una cadena de hechos que es originada por la baja en el consumo generada tras la acción de ahorro de parte de los salarios, lo cual crea una insuficiencia de la demanda de productos en la economía, lo que causaría que los empresarios dejaran de producir las cantidades que hasta el momento venían produciendo, debido a la incapacidad de vender el grueso de toda la producción, esto a su vez haría que se despidieran más empleados de las empresas, dado que serían prescindibles para la nueva producción reducida, y así dejarían de ser un costo innecesario para los empresarios. Esta desocupación generada se traduce en un menor consumo, que además impulsaría a las familias a ahorra más por miedo a perder su empleo y quedarse sin posibilidades de consumir. Este ciclo podría acrecentarse y termina por generar lo que se conoce como la “paradoja del ahorro”.
Los autores Rodrigo García Arancibia, y Leandro Gastón Indavera Stieben, docentes de la universidad nacional de Loja, y de la universidad nacional de La Plata, respectivamente, se aventuran en una búsqueda por solucionar la paradoja del ahorro, por medio de la exclusión de algunos supuestos con vestigios clásicos, bajo los cuales se enmarca el desenlace que tiene el ahorro en una economía.

Los autores analizan los siguientes postulados:

“1) Presuponiendo competencia perfecta en un sistema económico determinado, siempre que un agente económico persiga racionalmente su propio interés contribuye al crecimiento económico con el consiguiente aumento de la producción y el empleo.
2) Siempre que un agente económico aumenta su nivel de ahorro persigue racionalmente su propio interés.
3) De (1) y (2) se sigue que: presuponiendo competencia perfecta en un sistema económico determinado, siempre que un agente económico aumenta su nivel de ahorro contribuye al creci­miento económico con el consiguiente aumento de la producción y el empleo.
4) En tiempos de recesión, si un agente econó­mico aumenta su nivel de ahorro decrece el creci­miento económico con la consiguiente reducción de la producción y el empleo, aun presuponiendo competencia perfecta en un sistema económico determinado.
5) De (4), se sigue que: no siempre que un agente económico aumenta su nivel de ahorro contribuye al crecimiento económico con el consiguiente aumento de la producción y el empleo, aun presuponiendo competencia perfecta en un sistema económico determinado.
6) (3) contradice a (5).
En estos supuestos se ve la clara contradicción que existe entre ellos, dando como resultado la incongruencia en los postulados generales bajo los cuales se rigen las ideas frente al ahorro. Los profesores Rodríguez e Indavera, nos dicen que podemos aplicar las soluciones rescherianas para la eliminación del conflicto, lo que termina por decir que se deben omitir algunos de los supuestos que aquí aparecían para que no se crearan conflictos entre 2 supuestos opuestos. Todo esto en vía de dar una visión positiva del ahorro propuesto por Keynes, pero, la solución dada por estos autores se basaba en el hecho de mantener estos supuestos con los cuales se pudiera seguir sosteniendo los planteamientos sobre el ahorro, dejando de lado los demás movimientos que ocurren en la economía, los cuales se encargarían de solventar el problema que se expone en la paradoja del ahorro.
Siendo este el caso tendríamos que decir que la propensión a consumir, llegada a un punto en el que el ingreso es lo suficientemente grande como para alcanzar los medios de consumo mínimos de las familias, siempre va a ser (la propensión al consumo) inferior a la cantidad de ingresos, de tal forma que el excedente que sobra de esos ingresos, es muchas veces guardado como ahorro para un futuro uso, ya sea en consumo, o en una inversión.

En el análisis de los enunciados propuestos, los enunciados 1, 2, y 4, tienen un evidente choque en sus argumentos, pues el ahorro estaría siendo un malestar, y a la vez un beneficio para la sociedad. Los autores nos dicen: “(1), finalmente, no sería más que una suposición especulativa que pretende que las acciones indivi­duales racionales produzcan efectos racionales en el conjunto de la economía, proposición que, por un lado, no tiene fundamento empírico y, por otro, sólo puede pensarse como un caso especial sobre un continuo más general de casos posibles. Esta generalidad keynesiana se refiere a la metodología basada en un continuo histórico sobre el cual un estado de equilibrio sólo constituye un punto sobre este tiempo histórico, del mismo modo que un estado “realista” de desequilibrio (ver Boland, 1985).”

En este sentido se hace entender que la proposición 1 en la que el interés del individuo genera unos efectos positivos frente a la sociedad en general, queda disuelto, y se ve claramente explicado por la dinámica que dije al inicio del texto, donde el ahorro termina por generar una baja en la demanda, y por tanto en el crecimiento de la economía. Estos puntos establecidos por los autores son efectivamente una forma de solventar el problema de la paradoja generada por el ahorro. Sin embargo, hay que recordarles que, por medio del ahorro, las instituciones financieras pueden dar créditos cada vez mayores y con una tasa de interés baja a las empresas que deseen adquirir un préstamo con ellas, para hacer inversiones, y de esta manera generar más empleo, y, por ende, mayor fuente de ingreso que permita realizar un consumo más elevado. Pero para que esta dinámica se dé, es necesario que las familias ahorren en grandes cantidades.

Finalmente es necesario recordar que este postulado keynesiano es un punto de ruptura con el pensamiento clásico, el cual nos dice que, el excedente de ingreso no consumido, es un monto que está dirigido a convertirse en una inversión por parte del individuo que lo realiza, lo cual Keynes no explica que muchas veces no es así, pues este monto puede estár destinado para la realización de un consumo acrecentado, o incluso como medida de seguridad para las situaciones difíciles que se viven en la economía. Esto choca directamente con los supuestos clásicos de insaciabilidad y racionalidad, los cuales suponen que los individuos nunca tendrán la necesidad de ahorrar en caso de una futura desocupación, o algo por el estilo, ya que estas situaciones no se generan en la economía, debido a la situación permanente de equilibrio con la que cuenta, algo que como podemos observar, no se cumple siempre.

Webgrafía:
 -https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar/publicaciones/index.php/CE/article/view/1134

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