En una época en que los terroristas practican juegos de muerte con rehenes; cuando las monedas se desploman entre rumores de una Tercera Guerra Mundial, arden las Embajadas y tropas de asalto bollan el suelo de numerosos países, nosotros contemplamos, horrorizados, los titulares de los periódicos. El precio del oro —ese sensible barómetro del miedo— bate todos los récords. Tiemblan los bancos. La inflación se dispara, incontrolada. Y los Gobiernos del mundo quedan reducidos a la parálisis o la imbecilidad (Toffler, 1980 )
Creo que la mejor introducción para este pequeño ensayo tenía que venir por parte de uno de los futuristas y profetas científicos más importantes del siglo XX: Alvin Toffler, el cual en su libro la tercera ola hace una clara predicción sobre la sociedad que abría en el futuro, para Toffler, los problemas económicos, sociales o políticos no son en realidad “problemas”, sino que son una constante variedad de choques ideológicos entre dos estilos de pensamientos radicalmente diferentes: El moderno y el clásico. Ahora bien, el motivo de este escrito es analizar un texto primeramente filosófico, que busca comprender la crisis del capitalismo bajo la lupa de Keynes y analizar la razón por la cual, cada día estamos dejando de ser humanos para volvernos otro engranaje más de esta máquina moderna llamada: Mundo globalizado.
Con respecto a lo anterior, el ensayo inicia con la siguiente introducción:
La reflexión sobre la “crisis contemporánea” debe hacerse cargo de que, más allá de problemas financieros en la administración capitalista global, la crisis incide sobre la base de una caída de lo humano en relación con la cual toda postulación de una biopolítica afirmativa parece insuficiente. La condición biopolítica responde a un proceso de auto-consagración nómica de estructuras técnicas que aumentan gravemente la capacidad de opresión y mínimamente la capacidad de tolerar. Este ensayo recorre páginas de Heidegger, Keynes, Weber y Schmitt, en cuanto pensadores de “la crisis,” para entender en ellos modulaciones apotropaicas al precipicio biopolítico que ya podían presagiar, y para el que hoy no tenemos conceptos capaces de enfrentarlo (Moreiras, 2013)
La generación de este ensayo es verdaderamente interesante, primeramente, analiza una de las cuestiones que más estudiaba Keynes en sus meditaciones: la crisis del capitalismo. Además, relaciona fenómenos sociales que son la prueba de que esta crisis ya está en camino y que se debe generar una teoría económica, política y social que busque minimizar los efectos negativos que puede tener en la sociedad en general. Ahora bien, para comprender el surgimiento de esta crisis debemos analizar una pregunta que ha afectado la mente de los filósofos por años, la cual radica en comprender “¿Qué es el ser humano y cuál es su papel en el universo?”, dependiendo de cómo miremos esta pregunta, tendremos una gran variedad de respuestas, pero si analizamos el contexto desde la postura económica, podemos comprender que el hombre es un factor de producción y un generador de factores de producción, el cual gracias al trabajo, da la posibilidad a que los bienes y objetos útiles existan en este mundo.
Ahora bien, con la expansión del capitalismo y la búsqueda del beneficio individual, las personas del común han dejado de ser vistas como personas y se han convertido en unos engranajes que hacen que la producción pueda continuar pero que son fáciles de reemplazar sí en algún momento dejan de funcionar, esto se comparte en el escrito cuando Heidegger pronuncia las siguientes palabras:
Trato de situar algunos aspectos de la obra de John Maynard Keynes en relación con las de Karl Marx, Max Weber y Carl Schmitt con voluntad de entender la relación entre liberalismo y biopolítica. Cito aquí un pasaje de Martin Heidegger, pensador que sabía del compromiso biopolítico más de lo aconsejable, como el libro reciente de Emmanuel Faye sobre los seminarios de 1933-35 muestra. El pasaje está tomado de “La cuestión de la técnica”:
Tan pronto como lo que se desoculta ya no ocupa al hombre ni siquiera como objeto pero lo hace, más bien, exclusivamente como reserva disponible, y el hombre en el medio de la desobjetación no es ya sino el ordenador de la reserva disponible, llega al borde mismo de una caída precipitosa; esto es, llega al punto en el que él mismo tiene que tomarse como reserva disponible. Mientras tanto, el hombre, precisamente como el que está así amenazado, se exalta a sí mismo hacia la posición de señor de la tierra. De esta manera viene a prevalecer la impresión de que todo lo que el hombre encuentra existe sólo en la medida en que es su construcción. Esta ilusión da aliento a su vez a un engaño final: parece como si el hombre estuviera por todas partes y siempre se encontrará sólo consigo mismo ... En realidad, sin embargo, el hombre hoy no se encuentra en ninguna parte consigo mismo. (“Question” 308)
“La caída que Heidegger identifica como caída hacia la condición de deslocalización absoluta, cuando el ser humano queda identificado con una naturaleza, o una vida, más allá de las contradicciones y conflictos, de mera calculabilidad y ordenabilidad, es la caída en la vida biopolítica plena. El paso de lo humano hacia aquello que Heidegger llama la reserva disponible es el paso hacia una biopolítica generalizada –lo humano es desde ahí sólo distinguible de la naturaleza como vida, pero en la medida precisa en que los procedimientos generales de la dominación de la tierra por lo humano le son ahora aplicados”.
Con respecto a lo anterior, aquí es cuando se comienza a analizar la importancia de Keynes para la solución de esta crisis capitalista. Para el autor, la participación de Keynes fue vital para darle un cambio de perspectiva a la ciencia económica, anteriormente a este autor, las escuelas del pensamiento económico tenían una visión demasiado expansionista y maximizadora de la ganancia, mientras un país logre generar más consumo y, por ende, más producción, la sociedad crecería. Sin embargo, esta expansión capitalista muchas veces incluía una creciente desigualdad social y una opresión cada vez más fuerte al obrero o trabajador, el cual dejaba de ser visto como ser humano y comenzaba a verse como una tuerca más del engranaje llamado: “producción a gran escala”. Sin embargo, Keynes fue ese pensador que solicitaba una participación activa del gobierno para mejorar la situación de económica en general, no solo para un grupo de personas, el autor nos comparte:
En un artículo titulado “Ningún New Deal es posible,” Antonio Negri analiza la figura de John Maynard Keynes dentro de su doble determinación política: “asegurar la reproducción del sistema capitalista,” por un lado, y “usar la moneda y las finanzas para derrotar al comunismo,” por otro. En la estela de Keynes, dice Negri, “esto [es decir, el sostenimiento del capitalismo sobre la premisa de la derrota del comunismo] se convirtió en la pregunta principal de la economía política para la totalidad del siglo XX” (2). “El llamado “retorno a Keynes,” apoyado por economistas ilustres como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, pero también por tantos otros agentes del mundo académico, del gobierno, y de ambientes financieros especializados, comparte la doble determinación keynesiana sólo en un sentido parcial: puede ser necesario asegurar la reproducción del sistema capitalista, pero ya no contra el comunismo, un enemigo vencido y enterrado, sino más bien contra el fantasma de una disolución incesante, que dejaría muy atrás la noción de crisis capitalista cíclica o incluso sistémica.”
“En el keynesianismo contemporáneo queda fuera de consideración, por lo tanto, la profecía marxiana, sostenida desde el Manifiesto comunista a los Grundrisse, de que el fin del capitalismo aboca necesariamente al comunismo. La sensación es que el katechon neokeynesiano, de llegar a consolidarse, sostendría el mundo no contra un orden alternativo sino contra la carencia misma de orden alguno” Esta es en última instancia la preocupación de Carl Schmitt. Pero cabría también pensar que es asimismo la preocupación fundamental de Keynes, e incluso de Max Weber, para quienes el comunismo soviético no habría constituido el mal a evitar más que coyunturalmente y no en principio, es decir, sólo en la medida misma en que tenía una presencia realmente existente y por lo tanto de naturaleza específicamente político (Moreiras, 2013)
El autor argumenta que Keynes es aquel salvador del capitalismo, el cual a diferencia de Marx que consideraba que la caída del capitalismo sería el surgimiento del comunismo, opinaba que la caída del capitalismo es la total desgraciada que puede evidenciar la humanidad y sería el comienzo de su fin, dado que, no habría posibilidad de generar algún orden social que tenga éxito. Es por eso que Keynes compartía que una correcta participación del gobierno en los diferentes mercados, impediría que las crisis económicas tengan grandes consecuencias en la sociedad en general y que desembocan en el colapso total del capitalismo. Con respecto a lo anterior, en el texto podemos encontrar la siguiente información:
“La posición de Negri, no menos apocalíptica, es sin embargo más matizada, quizá porque él parte, no del esquematismo simple de la intervención monetarista del estado como katechon reterritorialización, sino de una elaboración de lo que para Keynes era la decisión política por excelencia”. Keynes sabía, dice Negri, que “entre la reacción y la revolución, por una parte, y un poder socialista establecido, por otra, no había una tercera vía para la defensa de los intereses capitalistas, sino sólo una síntesis política más avanzada” (3-4). Burlón con respecto de la hegemonía de la producción, para Keynes sólo la financiarización estaba capacitada para mediar el conflicto de clases y organizar así un “nuevo modelo de capitalismo” (4). “El trasfondo para esto era lo que podría llamarse la biopolitización del capitalismo, en la medida en que Keynes descubrió que el secreto de su relativa estabilidad no podría radicar en la continua producción de beneficios, sino en su capacidad de satisfacer necesidades. Negri entiende el katechon keynesiano también como mal menor, pero afirma abiertamente su naturaleza apotropaica, es decir, su carácter de contención catastrófica mediante una internalización parcial del contenido de la catástrofe” Esto es lo que para Keynes sería “una síntesis política más avanzada,” y por ende el contenido real de su decisión política en el corto plazo. Dice Negri: “según Keynes, el comunismo podía representar la totalidad del trabajo abstracto extraída de la totalidad de los trabajadores en la sociedad, de cada ciudadano, y por lo tanto de todo ser humano socializado ... Keynes parece haber entendido la llegada de lo que hoy llamamos ´el comunismo del capital” (Moreiras, 2013)
Como conclusión, podemos decir que para Keynes la solución a la crisis total del capitalismo estaba en función de que este dejara de buscar la expansión de la ganancia y el beneficio (como se comentó anteriormente), sino que, busque generar la satisfacción de necesidades del mayor número de personas posibles, lo cual de cierta manera, tiene una faceta demasiado progresista e intervencionista, pero puede ser que aquella solución sea lo único que tenemos para evitar el colapso de la sociedad y el surgimiento de un completo anarquismo cívico.
BIBLIOGRAFÍA
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=361133105008
https://cudeg.com.uy/wp-content/uploads/2017/10/La-tercera-ola.pdf.
El texto, comenzando con una cita evocadora de Alvin Toffler, establece un escenario de caos y desorden global, reflejando la ansiedad y la inestabilidad que marcan nuestra era. Este preludio es poderoso y eficaz, ya que coloca al lector en un estado de alerta y reflexión sobre las condiciones actuales, similares a las que describía Toffler.
ResponderBorrarSe puede destacar como el auto utilizo un enfoque interdisciplinario que es notable. Integra ideas de filósofos y economistas como Heidegger, Marx, Weber, Schmitt y, por supuesto, Keynes, para ofrecer una visión holística de la crisis del capitalismo. Esta diversidad de perspectivas permite un análisis más robusto y matizado de la situación actual. La utilización de Heidegger para discutir la deshumanización y la reducción del hombre a un mero engranaje en la maquinaria capitalista es particularmente acertada. Heidegger proporciona un marco filosófico que complementa las ideas económicas de Keynes sobre la necesidad de intervención estatal para mitigar las crisis y evitar la desintegración social.
Sin embargo, al considerar críticamente el texto, se podría argumentar que su visión de Keynes como el “salvador del capitalismo” es quizás demasiado idealista. La implementación práctica de las ideas keynesianas no siempre ha sido efectiva, y los desafíos políticos y económicos del siglo XXI, como la globalización extrema, el cambio climático, y las crecientes desigualdades, presentan obstáculos que Keynes no pudo prever. Además, el ensayo podría beneficiarse de una discusión más profunda sobre cómo las políticas keynesianas se han adaptado (o no) a estas nuevas realidades globales.