Julián
Andrés Palacios
Desde la llegada del antropoceno, era en que los
humanos generaron un impacto significativo de la biosfera, el hombre comenzó a
apropiarse de los vastos yacimientos de riqueza natural que le proveía la
tierra. Dejando el nomadismo y dando paso al sedentarismo, la agricultura tomó
papel preponderante dando una explosión demográfica sinigual. No solamente el
desarrollo agrario permitió la reproducción de la vida, sino que también mejoró
las condiciones de ella. Los seres humanos al suplir sus necesidades básicas
quedaban con un producto excedente en las manos, tal residuo fue comercializado
con otros hombres produciéndose la institución fundamental de la vida económica
que persiste hasta nuestros días; el mercado.
¿Cómo funciona el mercado para los neoclásicos? Para
entenderlo es menester acudir a uno de sus mayores defensores, un intelectual
ferviente opositor del keynesianismo, Friedrich Hayek. Según Hayek (1945/1999)
la sociedad enfrenta un problema económico que no puede ser solucionado a
través de un sistema de planificación centralizada; este problema radica en que
la economía cambia constantemente, enfrentadose la sociedad ante la incapacidad
de responder a tiempo contra a las coyunturas que surgen de forma
acelerada. Frente a esto el autor
establece, que el conocimiento “nunca existe de forma concentrada o integrada
sino como fragmentos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente
contradictorio, que los individuos poseen por separado” (Hayek, 1945/1999,
p.333). Con pie en la proposición anterior, Hayek ha arremetido fuertemente
contra el Estado, especialmente contra los régimenes totalitarios de corte
izquierdista, pues él establece que el conocimiento concreto y especializado no
puede coordinar sistemas de alta complejidad como es el mercado. Parafraseando
a Hayek (1945/1999), el sistema de
mercado se basa en indicadores (precios), los cuales modulan la distribución de
recursos a través de diversos incentivos que permiten un abanico amplio de
elecciones. Aquí los precios sirven de coordinadores de las acciones humanas,
es conocimiento individual y a la vez disperso que se transmite eficientemente
entre cada uno de los agentes del mercado, por lo tanto el sistema de precios
es un mecanismo de transmisión de información.
Es imposible negar las virtudes del mercado, pero
consideramos que la escuela neoclásica es idealista, pues su nivel abstracción
simplifica en demasía un sistema que es ininteligiblemente complejo. Los
supuestos fundamentales en que se basan los neoclásicos son el equilibrio, la
competencia perfecta, el conocimiento completo de la información y
comportamiento racional de los agentes. Todo ello apuntando a un concepto tan
retrógrado como el de la mano invisible; Claro, en palabras más especializadas,
pero siendo lo mismo. Morales (1997) hace explícita una crítica constructiva
trayendo a colación el institucionalismo como alternativa heterodoxa al
entendimiento de los mercados. Los neoclásicos pecan de tomar toda influencia
social como exógena, los institucionalistas hacen lo contrario, ponen a la
institución como el meollo del asunto. Ellos afirman que el comportamiento
económico de los agentes y el intercambio son afectados por valores,
tradiciones y leyes (las instituciones endógenas). El mercado es una
institución relevante sin ser la única en el momento de la asignación de
recursos, pues demás instituciones colaboran en ello. Si no, tomemos en cuenta
el amor de una madre, que le brinda todos los días un riquísimo desayuno a su
hijo, obviamente hay una transacción por alimentos, pero la motivación no fue
una maximización de la utilidad, lo hizo pensando en su hijo; quizá no pensó en
los precios sino en prepararle su comida favorita. En fin, vemos como lo
económico queda relegado a un segundo plano.
El institucionalismo y neoinstitucionalismo plantean
una realidad a nuestro parecer muy verosímil,
las transacciones no son gratuitas ya que existen contratos de por
medio; existen derechos de propiedad que coordinan la actividad económica,
siendo la información incompleta, imperfecta y costosa procesada por individuos
de racionalidad limitada en un entorno de incertidumbre. Los mercados funcionan
muy diferente al modelo neoclásico pues el equilibrio es un estado excepcional;
el bienestar individual y social no siempre se corresponden, y las
instituciones son fundamentales en la explicación, la coordinación y el
intercambio. Morales (1997) concluye que ante un mercado imperfecto se hacen
necesarias instituciones que reduzcan los costos de transacción y guíen a la
economía a buen funcionamiento, equiparando intereses colectivos e
individuales.
Ante la crisis que enfrenta el mercado cabe revaluar
la teoría keynesiana, creo que uno de sus postulados claves, el estado de
bienestar puede ofrecernos solución ante la debacle acontecida. El Estado de
bienestar keynesiano surge como garante de la protección y equidad de los
ciudadanos. Entendamos al Estado de bienestar como un conjunto de instituciones
que garantizan la cohesión social, y es deber ante un mercado que propende a
fallas, regularlo. Quizá el derecho más preciado del ser humano sea la
libertad, por ello nunca debe ser violado, no obstante la libertad no debe
sobrepasar los demás derechos de los ciudadanos; es ahí donde mercado y Estado
deben pactar. Sen (1999/2000) plantea como mecanismo de desarrollo la equidad
en la distribución de las libertades, basado en generar capacidades humanas
sobre las rentas. Lo que podemos aprender de Sen, es valorar las ventajas de la
libertad de poder intercambiar en un mercado; un mercado donde eficiencia no es
igual a equidad. Ante ello el Estado de bienestar surge como regulador de la
distribución, no sólo del ingreso, sino de oportunidades que se conviertan en
capacidades, derivando en rentas y bienestar.
Bibliografía
Hayek,
F. (1945/1999). El uso del conocimiento en la sociedad. Bogotá; Cuadernos de
economía, Universidad Nacional de Colombia. Volumen 18. Número 30.
MORALES,
Fabio. (1997). Eficiencia e Intercambio. Corriente Neoclásica,
Institucionalismo y Neoinstitucionalismo”. Bogotá; Cuadernos de Economía.
Universidad Nacional de Colombia. Volumen XVI. Número 26.
SEN,
A. (1999/2000). Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta. 1ª. Edición en
español (2000). Santafé de Bogotá. “Introducción: El Desarrollo como Libertad”;
Capítulo 5: “Mercados, Estado y Oportunidad Social”.